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25. He vuelto

25. He vuelto

Desperté en aquella casucha del bosque, con los rayos de sol filtrándose entre aquella vieja madera.

Había vuelto a mi mundo.

No sabía qué hacer, si escaparme, volver al pueblo o quedarme aquí esperando regresar al inframundo.

—¡Rosalie!—gritaban unas voces a lo lejos.

—¡Rosalie Campell!—me nombraba con mi antiguo apellido, eso quería decir que era la gente del pueblo.

No quería que me encontraran, no quería volver allí nunca más. Mi hogar era junto a Louis y Harry.

Me acurruqué contra la esquina de la casucha, en el espacio más oscuro que me brindaba aquella construcción.

No podía parar de pensar en Louis, en la estúpida razón por la que me había peleado con él y por la que estaba aquí.

Me habían quitado a lo que más había amado en toda mi vida, y todo por un malentendido.

—¡La he encontrado!—gritó una voz cerca de mí.

—¿Por qué llora?—preguntó una voz masculina muy conocida para mí, pero que no pude reconocer en aquel lugar.

Me sentía desorientada, perdida y sin ganas de nada.

—Debe estar agonizando—dijo otro sin darle importancia lo que me ocurría.

—Llevémosla rápido a la aldea, esta herida—ordenó alguien.

No supe nada más de aquel episodio, solo pude sentir como me acomodaban en esas telas, parecidas a unas hamacas, que llevaban entre dos personas a los heridos. Y después de eso, me dejé caer en un sueño profundo.

Desperté agitada y con mucha dificultad para respirar, me sentía ahogada, como si me estuviera muriendo por dentro.

—Tranquila, cariño. Estarás bien—era una voz femenina, al parecer de la sucesora de mi madre adoptiva, Diane.

Algo húmedo se posó en mi frente, seguido de un ardor impresionante en mi cuello.

—¿Cómo esta?—esa voz, era Melissa, mi mejor amiga.

—Le cuesta respirar, tiene fiebre y esta herida de mordida de animal en su cuello no cicatriza—mordida de animal, si supieran que fue nada menos que un vampiro.

—¿Mejorara?—preguntó otra voz femenina, pero que no logré reconocer.

—Estoy segura que ya escucha, así que es un merito—era cierto, podía oírlas.

—Rosalie, por favor mejórate pronto, te extrañe mucho—mi mejor amiga era tan dulce para hablar que si hubiera podido, le hubiera sonreído. Pero, solo podía oírla y sentir.

Así había pasado toda una semana, ya podía abrir los ojos y hablar. El único problema era que me encontraba muy débil. Temían que viniera una tormenta y yo enfermara. Todos temían mi muerte.

Melissa pasaba horas conversando conmigo bajo la choza en la que me encontraba.

A ella le intrigaba la mordida que llevaba en el cuello, pero solo le respondía que fue un animal que me había perseguido por el bosque y me había mordido, por ello me oculté en esa casucha.

—No puedo creer que sobrevivieras—suspiró mi amiga.

—El collar de mi madre me protegió—sonreí al recordar que Melissa me lo había entregado aquella mañana que salí en busca de las hierbas.