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36. Hazme recordar

36. Hazme recordar

Mi perfecto y tranquilo paraíso se vio intervenido por la presencia de otro individuo. Podía sentir nítidamente que no estaba sola, si no que estaba acompañada de un personaje incognito que aún no mostraba su identidad.

—Sé que hay alguien allí—dije algo asustada.

Escuché un leve ruido proveniente desde mis espaldas, por lo que inmediatamente me giré, pero no había nadie. ¿Estaría siendo mi imaginación la que me está jugando en contra?

No estaba loca, sabía perfectamente cómo se sentía este ambiente cuando solo estaba yo y ahora era diferente, sentía su presencia.

—¿Hay alguien allí?—insistí.

Cuando ya estaba por darme por vencida e irme hacia otro lugar, sentí una voz tan familiar y grave que me hizo estremecer.

—Soy yo, Rosalie—me giré hacia su voz y allí pude verlo.

Era un muchacho alto, de cabello oscuro y ojos claros. Era bastante atractivo, pero a la vez parecía temible. Pero, sobre todo había algo en él que despertó toda mi curiosidad, como si lo conociese.

Lo vi acercarse lenta y dudosamente, mientras que yo parecía estar en trance al verlo acercarse, mis piernas no reaccionaban.

—Pareces asustada, ¿qué ha pasado?—preguntó tiernamente.

—¿Quién eres?—inquirí retrocediendo un paso.

—¿No me reconoces?—su expresión me hizo sentir un nudo en el pecho, ¿por qué se puso triste?

Negué con la cabeza, él desvió su mirada y mordió su labio inferior.

—Rosalie... dime que en el fondo de tu corazón aun me recuerdas, que aún recuerdas nuestra misión en el Inframundo, nuestros momentos juntos, nuestra... relación—sus palabras fueron como navajas que se me clavaron en el pecho, me dolía ver a este individuo tan cabizbajo y triste.

¿Acaso lo conocía realmente?

—¿Te conozco?—pregunté en un hilo de voz.

—Soy tu guardián.. soy tu Louis—Louis, mi guardián... ¿Por qué me sonaba tan familiar y a la vez no?

—Es que... ¿Por qué no te reconocería?—le pregunte frustrada.

Él me tomó de los hombros y me obligo a verle. Había algo en esos ojos celestes que me llenaban por completo, que me hacían sentir única y especial.

—Mi amor... en la batalla usaste todas tus fuerzas para intentar salvarme y desde ese día estas aquí—me dieron ganas de llorar al notar que él estaba siendo sincero, él estaba relatando algo de mi pasado. Pero, yo no era capaz de recordar y eso no solo me causaba daño a mí, sino que también a él—¡No llores, Rose!—me estrechó contra su pecho. ¡Qué sensación más agradable!

Realmente mi cuerpo lo reconocía, pero mi mente no lo recordaba.

—¿Por qué no te recuerdo?—lloriqueé frustrada en su pecho.

—Tu madre quería que no sufrieras una vez muerta, ella quería que fueras feliz, pero no asumió que olvidarías todo lo vivido—¿Mi madre? ¿Muerta?

Mi cabeza parecía un torbellino, no tenía nada claro y todo parecía mezclarse y armar un gran caos.

Mi corazón me rogaba buscar alguna manera para reconocerlo y corresponderle a su amor. Pero, no había manera de recordar lo que él me decía.

—Intenta recordarlo, Rose... No quiero perderte, no después de todo lo que hemos pasado—acunó mi rostro entre sus manos y no me quedo más remedio que enfrentarme cara a cara con él. Su cercanía me aturdía, pero no era excusa para alejarme.