1. Expedición

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1. Expedición

Jamás me sentí parte de este mundo.

Siempre algo dentro de mí me decía que mi vida era en otro lugar, muy lejos y muy distinto a este.

Quizás pensarán que yo soy una alienígena, pero no. Más bien soy una joven de diecinueve años y completamente normal, pues soy humana.

Vivo en un pueblo muy lejos de las grandes ciudades. Es tan desconocido este pueblo, que ni siquiera sale en los mapas. Ellos se lo pierden, pues es un precioso lugar, muy natural y muy artesanal. En esta aldea viven pocas personas, aproximadamente sesenta y para nuestro bien, somos todos muy unidos. Bueno, casi todos.

Sobre mí, a nivel familiar, es bastante extraño, desconocido. ¿Por qué?, sencillo. Mi madre biológica, de la cual no tengo ninguna información, me dejó abandonada en una canasta junto al río, en medio del bosque. Jazmine, mi madre adoptiva, fue la que me encontró allí siendo yo tan solo un bebé. Ella en ese momento estaba en una expedición en busca de hierbas medicinales para el pueblo. Pero, no dudo ni un solo minuto en llevarme consigo y criarme hasta hace dos meses.

Esta dulce mujer, la cual es muy querida en el pueblo, siempre era la que se esforzaba buscando cura a las enfermedades de los pueblerinos. Ella siempre tenía a la gente del pueblo y a mí sobre sus necesidades y por eso mismo fue que falleció. Jazmine estaba demasiado preocupada por una enfermedad que estaba amenazando de muerte a los aldeanos y no dudó en salir en plena tormenta de nieve.

Como no volvía hace en dos días, yo junto a diez personas, nos adentramos al bosque en busca de ella. Para mi tristeza y para la de los demás, la encontramos muerta tras caer por un barranco.

Hoy, dos meses después de la gran perdida, yo Rosalie Campell, decidí retomar su labor y con canasto en mi espalda y los utensilios que se llevan por lo general en este tipo de expediciones, me dirigí al bosque.

—¡Rose!—gritó la voz femenina de mi mejor amiga, Melissa. Me giré hacia ella y la vi corriendo hacia donde estaba yo.

—¿Qué sucede, Melissa?—le pregunté cuando me alcanzó.

—Es que...—su respiración estaba acelerada tras correr. Esperó que su respiración volviese a regularse y comenzó a hablar: —Es un poco extraño y no sé como explicártelo bien. Pero, resulta que mi madre me pidió que te entregara esto—sacó de su bolsillo una pequeña caja de madera y me la depositó en mis manos—Es un collar con el que venias el día en que te encontraron en el bosque. Jazmine suponía que era de tu madre y esperaba a que tu crecieras para entregártelo—su expresión se entristeció. Yo la entendí pues ambas sabíamos que ella había muerto y por eso no pudo entregármelo en persona.

—Veámoslo—dije luego de unos segundos para cambiar de tema. Mis manos estaban temblando un poco, esto es lo único que tengo de mi madre biológica. Pese a los nervios, abrí la cajita y saqué el collar. Una vez en mis manos, lo contemplé.

Era una cadenita de plata, en donde colgaba un colgante en forma de corazón, también en plata. ¡Era precioso!

—¡Qué lindo!—grito mi amiga. Yo levanté la mirada hacia ella y le sonreí.

—Lo es—coincidí yo.

—Déjame que te lo abroche—me dijo ella. Tomó la cadenita en sus manos y la puso alrededor de mi cuello y luego, lo aseguró.

El colgante de de corazón quedaba justo en mi pecho.

—Es muy bonito—dije emocionada—No puedo creer que sea lo único que tenga de mi madre biológica—la miré en busca de una respuesta. Pero, ella enmudeció.

—Cuídalo, es un tesoro—dijo luego de un silencio incomodo. Le sonreí y ella también a mí—¿A dónde ibas, Rose?—me preguntó curiosa.

—Quiero retomar la labor de Jazmine, yo soy la única que sabe la ubicación de las hierbas al igual que ella. Además, el pueblo lo necesita—le respondí yo angustiada. Hablar de mi madre adoptiva, o tan solo mencionarla, me dolía.

—¡Qué lindo de tu parte!—exclamó ella con una sonrisa dibujada en su rostro y con los ojos brillosos de la emoción.

—Así es—respondí—Creo que lo mejor es irme antes que se me haga muy tarde—intenté sonar amable, pero ambas sabíamos que estaba insinuando que tenía que irme.

—Claro, claro—se apresuro en decir—No te quiero retrasar, espero que tengas un buen viaje—sus brazos se ciñeron a mi cuerpo, en un tierno abrazo.

Así me encaminé a mi expedición...

En Multimedia: Trailer hecho por @FerdyTinker.

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