Relato nº13

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-¿Dónde está ella?
-¿A quién te refieres con ella?
-Diana. ¿Dónde está Diana?
-Se fue, ¿no recuerdas?
Entonces los ojos se me llenaron de lágrimas.
-¿S-se fue? -Dije con trabajo.
-Sí. Tío llevas una semana en coma. Ella a los tres días volvió a casa.
-¿Tan lejos se fue?
-Tan lejos. Lo siento, tío.
-Tengo que ir a buscarla.
-No puedes.
-¿Por qué?
-Porque ella está muerta.
-¡¿CÓMO?!
-De hecho, yo también lo estoy.
-¿Todos estáis muertos?
-Tú también.
-Pero... yo estaba en coma...
-No sobreviviste. Muriste mientras estabas en coma.
-¿En serio?
-¿De verdad crees que una explosión en un décimo piso dejaría a alguien con vida?
-¿Y Doggy?
-Él murió también. Mira, de hecho aquí viene.
Se oyeron ladridos y un perro de un castaño claro y orejas grandes caídas llegaba corriendo con una felicidad inmensa.
Se me subió a las piernas, clavándome sus uñas. Lo acaricié y se marchó corriendo hasta desaparecer en la puerta.
Por alguna extraña razón, eso era aún mi sala de hospital, yo seguía en la cama, enchufado a esa máquina ruidosa.
-Entonces... ¿no podré saber la respuesta de Diana?
-Pues lamentablemente no.
-Pero a ella... ¿le dio tiempo a oírme? ¿Le dio tiempo a oír que yo le amaba? ¿Que quería que saliésemos juntos?
-No lo sé.
-¿Cómo que no lo sabes? Tú también estas muerto, estabas en aquel apartamento.
-Sí, pero te fuiste con ella a solas a la terraza. ¿No te acuerdas?
-¿Y cuál fue el motivo de la explosión?
-La bombona de butano que había en la cocina.
-Y entonces... no sé, ¿qué hago ahora?
-Solo tú sabrás.
Entonces noto mi corazón palpitar. Noto que estoy dormido. Me despierto. Me despierto en una sala de hospital.
-Al fin despiertas -Me dice una de las enfermeras.
-¿Cómo? ¿No estoy muerto?
-Por supuesto que no. Llevas una semana en coma, pero has despertado.
-¿Dónde está ella?
-¿A quién te refieres con ella?
-Diana. ¿Dónde está Diana?

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