Relato nº14

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-¡Hipócrita!
-¿Por qué? -Le dijo ella con un puchero en su boca.
-Primero sonríes y vas riendo por la vida, y después te pones a llorar por nada. ¡Hipócrita! -Le contestó la otra apuntándola con el dedo.
-Eso no es ser hipócrita. Y yo no lloro por nada.
-¿Entonces por qué lloras, eh? -Le dijo subiendo un poco más el tono. La otra seguía calmada.
-Mira, todos lloramos, lo que ocurre es que yo prefiero ocultarlo, ¿entiendes?
-Eso dices ahora pero después vas sonriéndole a todo y gastando bromas.
-Eso forma parte de el hecho de ocultarlo.
-Tío no te aguanto, vete de aquí por dios, falsa, que eres una falsa. Hipócrita de mierda.
Y la otra se fue cabizbaja, casi sin poder andar, tambaleándose, casi cayendo. Entonces fue cuando llegó su amiga que observó todo y se acercó a la que insultó.
-Ella es como una cerilla, ¿entiendes?
-¿Qué?
-Se quema para darle luz a los demás. Es esa pequeña clase de persona.
-¿Se quema?
-Ella sonríe para que sonriáis. Ella hace todo mejor para vosotros. Pero nadie le preguntó si todo en ella estaba bien. Nadie le preguntó nunca un “¿Cómo estás?” real.
-No tenía ni idea.
-Apuesto a que llora en la oscuridad, donde nadie la ve. Ella intenta no apagarnos apagándose ella.
-Nunca lo vi así.
-Quizá ese sea el problema.

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