Relato nº34

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Me acercaba lenta y sigilosamente por aquel pasillo tétrico y sórdido; oscuro. Mis pasos hacen eco mientras cruje la madera bajo mis pies. El suelo, de un marrón siena oscuro, con algunas roturas en la madera. Al final del pasillo, una puerta gris. Una puerta que no para de sonar, alguien está llamando constantemente. Pero lo extraño es que esa puerta es de mi cuarto.
Debajo de la puerta se ven unas sombras, como si fueran dos pies. Y un charco, que no sabría distinguir si es agua o cualquier otra cosa. Mientras sigo avanzando, la luz de dentro está parpadeando.
Hasta que se apaga.
Los golpes en la puerta son más rápidos y fuertes.

-¿Angie? -Digo, llamando a mi hermana en vano, ya que recuerdo que se fue con mis padres a cenar y estoy sola en casa.

Puedo oir una voz, ronca y susurrante, detrás de la puerta, pidiéndome que me acerque. Me está llamando. No para de de golpear tras decir mi nombre. Hace que me acerque cada vez más rápido. ¿Qué querrán?

-Rose...

Un paso.

-Rose...

Quedan dos.

-Rose...

-¿Qué quieres?

-¿Qué quieres tú?

Qué quiero yo... Doy otro paso. Estoy en frente de la puerta y de abajo sale sangre. Se ven sombras y la puerta sigue sonando.

La puerta no se abre, alguien la está forzando. Justo cuando me estoy dando la vuelta para volver, noto que la puerta se abre. Me acerco a mirar y, de rep-























-Rose... ¿Es esto lo que quieres?

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