Relato nº36

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-Tú solo has venido a lucir con esplendor como si de un ángel se tratase. Y que estás dispuesto a arruinar cualquier teoría, amigo, de que los ángeles no existen. Y las desafiarás. Y por ello deberías ponerte algunas alas, que, para ser honestos, no te vendrían mal de vez en cuando. Para que vueles de cualquier situación, para que escapes de este mundo que no te merece. Y cuando desde arriba estés contemplando el frío suelo, mándame alguna estrella, que a veces me gusta recibir algunas. Y júzgalo todo desde tu pedestal siempre que puedas porque lo que digas será tomado por mí como si fuese sagrado. Que las almas como tú han de ser cuidadas y portadas con alas de blancas plumas. Y si te vas acuérdate de mí, de llevarme contigo, que no me importaría limpiarte las manos siempre que tengas que agarrar a alguien para llevarlo a donde tú perteneces.

La máquina dejó de emitir aquel pitido.

-Descansa en paz, papá.

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