Relato nº75

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-Hacía frío y se puso los guantes. Yo, observando desde la esquina que colindaba con la avenida de al lado, me quedé paralizado atendiendo a cada movimiento que hacía, embobado. Desconocía totalmente de quién se trataba aquella persona, pero fui consciente de que la miré como si la conociese de siempre, como si fuese magia. No había visto nada más bonito en mi vida, y creo que jamás lo veré. Entonces se marchó.

-¿Asegura así que no volvió a ver de nuevo a la víctima nunca más?

-Ojalá.

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