Relato nº85

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“¿Por qué nunca duermes?”, me preguntó.

Había tantas respuestas para eso. Podría ser porque quiero, porque no tengo sueño, porque estoy triste, porque no tengo tiempo, porque estoy esperando un mensaje, porque tengo el alma rota, porque tengo insomnio, porque me han abandonado, porque tengo el corazón destrozado.
O podrían ser todas a la vez.
Nunca lo sabré y quizás nunca lo sepa nadie, pues siempre me limité a decir lo mismo:

“No lo sé.”

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