-¡Enhorabuena! ¡Es una niña muy sana! -Dijo aquella doctora.
-¿Cómo la llamaremos? -Preguntó mi madre.
-Leonor -Me llamaba mi padre- ¡Vamos, tú puedes! ¡Dilo! Papá.
-Apl... P... Pa-pá -Dije.
-¡Muy bien! -Dijo la profesora.
-Maestra, ¿cuánto era 2 por 4? -Le pregunté.
-¡¡Ocho!! ¡Mi niña ya tiene ocho años!
-¿Cuándo celebraremos mi cumpleaños, papa?
-Mañana a las cinco, si quieres -Me dijo Fátima, mi mejor amiga.
-¿En tu casa o en la mía?
-En la mía. Sé que es un poco tarde pero creo que las 8 es la mejor hora para ver una película, ¿no crees?
-Josh y las lecciones de la vida.
-Oye, que no soy tan malo.
-No ha estado mal, pero como el condón se haya roto, vamos a tener un problema.
-Vas a tener un problema como vengas tarde, niñita.
-No se preocupe, señor, volveremos pronto -Josh me defendía.
-Claro -Le contesté, entusiasmada- ¿Qué es, Josh?
-¿Quieres casarte conmigo?
-¡SÍ! -Este iba a ser uno de los mejores días de mi vida- ¡OH, DIOS MÍO! ¡TU Y YO EN AMSTERDAM! ¡QUÉ LOCURA! ¡CLARO QUE QUIERO IR!
-Sabía que te gustaría.
-¡Claro que me gustaria!
-Entonces... ¿Eso es un sí? -Asentí- Pues tengamos un hijo.
-Lo siento. Siento lo de tu padre -Sara se disculpaba al otro lado del teléfono.
-Me quería. Espero que descanse en paz, que el cielo sea su lugar de descanso -Le decía, citando a Ed Sheeran a punto de llorar-No lo olvidaré. Quizá una de las personas que conozco que más ha vivido. Le echaré de menos. Tanto, que le contaré a mi hijo todo sobre él, que sepa quién fue su abuelo.
-¿Lo llamaremos Carlos?
-Me encanta -Josh me dio un beso.
-¡Su primera palabra! ¡Papá!
-Que sepas que ha dicho mamá.
-Mamá -Dijo Carlos- Echas de menos al abuelo?
-Todos los días por un momento de vez en cuando.
-¡Eso son muchos días!
-Pues hasta que no cumplas los 13 te he dicho que no podrás irte solo a la ciudad.
-Déjalo que vaya, Leonor -Josh trataba de convencerme- Tiene ya 20 años. Sabe las consecuencias de beber.
-Está bien... -Carlos salió de la habitación- Oye, ¿crees que será su novia?
-No creo... Mama si quieres te ayudo.
-Sí, mejor; estoy vieja y no puedo hacer esto yo sola.
-No estás sola, mamá. Por si te pasa algo, quería decirte que Tana y yo vamos a casarnos.
-¡Hijo eso está muy bien! Y tranquilo, esto es solo un resfriado.
-No era un simple resfriado... Su marido ha muerto, señora. No hemos podido hacer nada para evitarlo. Su cuerpo no aguantó.
-Como mi madre... Creo que... creo que quiero irme a casa y llorar. No se me ocurre otra cosa que hacer. ¿Puedo despedirme de él?
-Cariño, si muero hoy, quiero que sepas que te quiero mucho, ¿vale? Y que espero que tengáis un hijo sano. Te quiero -Le dije desde la camilla.
-Yo también te quiero, mamá.
-Esto aquí...
-¿Por qué le pones ese reloj en el ataud, Carlos? -Le preguntaba Tana mientras mi hijo lloraba, contemplando mi muerte encerrada en aquel ataúd de madera de roble.
-«Un padre le dijo a su hijo al darle un reloj que llevaba varias generaciones: Te doy el mausoleo de toda esperanza y deseo, que te servirá para lo que necesites, igual que me sirvió a mí o a mi padre antes que a mí. Te lo doy no para que recuerdes el tiempo, sino para que puedas olvidarlo. Por un momento, ahora y luego, y no gastes todo tu aliento en el intento de conquistarlo» -Le leía Tana a Laura, la que sería mi nieta.
Mi hijo, sentado en un sillón la escuchaba. Era su libro favorito.
-Me gustaría recordar con eso a mi madre. Todos los días de mi vida.
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Pequeños relatos perfectos
De TodoNo son de un solo tema, y ningún relato tiene nada que ver con otro. Son distintos relatos para variar, para leer algo diferente. No hacen ninguna referencia a mí, ninguna de las personas soy yo o espero ser yo. Solo son relatos. Si alguno os gusta...