21.Mirada con cafeína

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Sus ojos refulgían brillantes por las brasas de la hoguera. Aún se veía el reflejo del chisporrotear del fuego consumiéndose a sí mismo en el aire, esperando el fino soplido de una brisa para volver a arder de nuevo para finalmente consumirse con desasosiego.

Analizó sus alrededores, fijándose que a lo lejos había lo que parecía ser una muralla. Martina se incorporó con cuidado. Aún le dolía la cabeza. Los demás la imitaron y a su son se incorporaron. No comprendían por que vestían así, pero a pesar de vestir a la antigua les parecían buenas sus prendas. Se encaminaron sin pensarlo dos veces hacia la ciudad y tras pisar el puente de madera que cruzaba el río, una flecha se clavó a sus pies. Martina arqueó las cejas con confusión

––Muy pintas de normal vosotras dos no tenéis eh–– Comento Daniel gracioso, mirándolas con recelo mientras movía sus cejas una y otra vez mientras soltaba una risita.

––Habló el que tiene una cola de lobo y unas orejas sobre su cabeza–– Contestó mirándole de reojo con mueca de victoria. Daniel se dio por ofendido, tensando sus orejas de golpe. Martina volvió su mirada al frente y seguidamente sus ojos se abrieron con sorpresa al ver como unos "hombres" de aspecto taurino se acercaban a ellos. « ¿Eso son minotauros? » Daniel se aventuró hacia delante, riéndose mientras decía que no iban a por la guerra. Uno de aquellos "seres" hundió su puño en la cara de su amigo, tirándolo contra el suelo. Escuchó como Iris y Sara contenían la respiración mientras se tapaban la boca con la mano. Martina dio un paso hacia delante –– ¡Bastardos! ¡¿Pero quienes os creéis?! –– Pasando por al lado de Daniel, el cual se tapaba la cara del dolor. Los minotauros se alejaron mientras sacaban sus cortas espadas y las empuñaban contra ella. Niños corrían asustados hacia sus madres, las cuales los escondían tras de sí mientras observaban la escena. Los soldados la miraban con miedo, llenos de terror y angustia. Una mano cubierta por un guante metálico choco sus nudillos contra su mandíbula, levantándola y haciéndola caer de espaldas. Sus alas se extendieron contra la madera, brillantemente negras. Daniel la compadeció en el dolor durante unos segundos. Sara retrocedió al igual que Irisviel quienes aún estaban asustadas ¿Qué narices estaba ocurriendo? No lo sabían pero lo que si que sabían es que necesitaban respuestas.

Escupió la sangre que se acumulaba en el interior de su boca. Los miró de reojo, una mirada llena de ira y rencor a la vez que su boca segregaba la saliva llena de sangre.

––Identificaos–– Ordenó un hombre del que la mitad de su cuerpo la ocupaba el lomo y las patas de un corcel blanco.

–– ¿No os han enseñado a preguntar antes de atacar?–– Le respondió mientras se pasaba el dorso de la mano sobre sus labios, limpiando los restos que le quedaban. Se regocijo en sí misma, incorporándose con ayuda de sus antebrazos mientras se arrastraba hacia atrás, Irisviel le ayudó a levantarse mientras no apartaba la miraba del centauro. Daniel imitó a Martina y tras estar todos levantados sintió un escalofrió invadir su cuerpo ––Repito lo que ha dicho mi compañero. No venimos para atacaros ¿aún no ha quedado claro? Tenemos armas y suficiente capacidad como para mataros sin remordimiento alguno y no lo hemos hecho así que ¿Responderéis ahora vosotros nuestras preguntas?

Inmediatamente bajaron sus armas, todo sin dejar de mostrarse alerta ante sus "visitantes". Caminó hacia el interior de la ciudad, recibiendo miradas de todo tipo desde todas partes. Aquel fornido hombre de piel dorada las seguía con la mirada mientras retrocedía ante sus pasos. Se veían hombres y mujeres de todo tipo; desde tener cuernos de gacela acompañados de rostro de lobo hasta seres tan inmundos de mezcla de caimán y cabra. No comprendía lo que en aquellos mismos instantes estaba presenciando. Jamás había visto humanos así y entonces comprendió que ningún cuento era mentira y que ninguna realidad era verdad. De su cinturón colgaban algunas monedas que al caminar sonaban las monedas de su interior, inquietas. Seres humanos, corrientes como con los que ella misma convivía, vivían rodeados de extraños seres complicados incluso de descifrar su mezcla.

El futuro InciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora