Tiempo atrás

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Cómo solía hacer cada noche, me senté en el alfeizar, mirando en dirección a la cuna de John, que saltaba entre los barrotes y abrí el cuento que tocaba esa noche.

Había comenzado la primaria y los maestros solían alagarme diciendo que tenía un nivel de lectura de cursos superiores, por lo que en las noches leía mis libros favoritos a mi nuevo hermano. No me di cuenta de que tenía un oyente más hasta llegado finales de invierno, en las noches que mi madre comenzaba a abrir la ventana para que las estrellas nos pudieran ver dormir, aunque no solo ellas nos observaron entre sueños y pesadillas.

Una noche, después de leer parte del cuento de Cenicienta, apagar las luces y dormirnos Nana se puso a ladrar por toda la habitación, raramente lo hacía, entre eso y los llantos de John me desperté.

Sentada en mi cama intenté que mis ojos se acostumbrasen a la oscuridad mientras me los frotaba, aunque no podía evitar ver algo que se movía en la oscuridad. Al principio pensé que sería mi madre intentando calmar al bebé, luego me di cuenta de que era de mi altura y comencé a pensar que me lo estaba imaginando, ya que cuando me moví hacia el interruptor y revisé la habitación cegada por la luz sólo encontré a Nana ladrándole a la ventana.

Tranquilice a John cómo pude, lo conseguí dormir y fui a dónde el animal ladraba. Asomé la cabeza y la giré en todas direcciones, aunque lo único que encontré fueron las estrellas burlándose de mí.

A la mañana siguiente no podía dejar de pensar en el suceso, iba por los pasillos de la escuela buscando a alguien parecida a esa sombra y me pasaba las clases con la cabeza en la luna, lo que me hizo conseguir un correo electrónico dirigido a mi padre diciéndole mi falta de atención en el día, ya que entre otras cosas, se me olvidaron tres de los cinco libros que tenía que llevar ese día.

En el pasillo tropecé un montón de veces con personas que solo se dedicaron a reírse; en el baño resbalé con agua del lavadero que alguna niña torpe había tirado, no, el agua también la tiré yo ; en el patio me dieron dos balonazos, de los cuales ambos iban a la cara; y camino a casa un pájaro terminó de hacerme la mañana perfecta.

Por desgracia, el día no terminaba ahí, tiré un plato de sopa encima de mi uniforme, quemándome y teniendo que ponerme un recambio, el cual estaba mojado de la lavadora y tuve que esperar a que se secase; perdí tiempo poniéndomelo del revés por lo que llegué a última hora de la tarde, consiguiendo otra notificación negativa al correo de mi padre y unas ganas tremendas de llorar por la mía.

En casa intenté acceder al correo de este desde su portátil, lo malo es que Nana, que estaba a mi lado, me hizo tropezar, tirarlo al fregadero lleno de agua y ¡Puf! ¡Adiós ordenador! La parte buena es que conseguí eliminar las notificaciones, aunque la perra tuviese que cargar con la gran parte de la culpa y dormir esa noche fuera.

Esa noche intenté dormir antes de tiempo, esperando que si terminaba el día, sería el fin de mi mala suerte y dormí profundamente, no sin antes asomar la cabeza por la ventana y pedirle disculpas a Nana.

Mi densa pesadilla fue interrumpida, de nuevo, por los ladridos de Nana y llantos de Jhon, no presté atención al animal y le leí el final del cuento de la noche anterior al pequeño, el cual quedó dormido nada más escuchar "y vivieron felices y comieron perdices".

Sea suerte o desgracia, yo no conseguí conciliar el sueño, por lo que me quedé arropada mirando a la ventana. No tardó mucho en aparecer la sombra anterior y quedé paralizada ante el pensamiento de que fuera un ladrón que quería robar mis "joyas" o secuestrar a mi hermanito.

Vi cómo se acercaba a mí con una linterna, me hice la dormida y noté cómo pinchaban mi moflete con lo que supuse que sería un palo. Al no sentir nada abrí lentamente un ojo, viéndole rebuscar entre las cómodas y los juguetes.

¿Dónde está Peter Pan?[#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora