Tiempo atrás-Sirenas

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-¡Están aquí!-gritó Nibs al encontrarnos, se agachó a nuestro y tocó la mejilla helada de Peter.-Estábamos preocupados, ¿Qué estabais pensando cuando veníais aquí?

Ayudó a Peter a levantarse para luego ofrecerme la mano, la cual acepté, pero en cuanto mi pierna izquierda pisó el suelo caí, dando un pequeño quejido de dolor.

Slighly me ofreció su enorme chaqueta, Curly me llevó en su espalda y Mattew nos tapó a los cuatro con paraguas para que no tuviéramos más nieve, mientras el resto se ocuparon de Peter. Me acurruqué en la espalda de Curly, reconfortada por el calor que desprendía mientras giraba levemente mi cabeza.

Vi cómo Asher, Tootles y Nibs ayudaban y abrazaban a un niño roto, me miró y me sorprendió ver que en sus ojos aún brillaba esa chispa de esperanza que solía tener.

Me sonrió.

Y pensé que, a fin de cuentas, el hacerle cambiar de opinión respecto a crecer no estaba tan mal cómo me pareció en su momento.

****

A partir de ese día, Peter no se negó a celebrar los cumpleaños del resto de niños perdidos, aunque tampoco fue el primero en dar la idea, no le juzgué por ello.

Yo tuve que llevar mi pierna escayolada durante mes y medio, el mes más largo de toda mi vida, ya que cómo no podía andar, no podía salir de casa; y aunque Peter me prometió ir todos los días, estaba claro que la mayoría de las veces se le olvidaban.

A penas quedaban quince días para que me quitaran la escayola y aún me dolía, tenía miedo de que al volver al medico me dijesen que tenía que llevarla otro mes más y sentada en el alfeizar de mi ventana veía cómo Peter llegaba a mi jardín.

En ese tiempo me di cuenta de que no sólo me gustaba el chico, si no que estaba enamorada de él; pensaba en Peter a cada momento, deseaba que llegara a mi ventana, y cuando lo hacía mi pecho quería estallar y sonreía todo el tiempo.

Me planteé seriamente regalarle algo por san Valentín, cuando el día llegó tan sólo me limité a sonrojarme, pedirle que se marchara y tirarle la pequeña flauta de pan a la cabeza una vez que estaba en el jardín; no pidió explicación sobre el repentino regalo, cosa que agradecí.

-¡Vamos!.-exclamó el chico una vez que su cara estaba en frente de la mía, lo que me hizo echarme hacia atrás y caer.

-No puedo ir a ningún lado, aún no ha pasado el mes y medio.-dije sobándome el trasero mientras miraba con el ceño fruncido al chico desde el suelo, notando como mi corazón se aceleraba más a cada paso que se acercaba. Fue cuando mis ojos divisaron mi regalo, colgado de su cuello.-¿Porqué lo llevas colgado?

-Por que me lo regalaste tú.-contestó este con seguridad, mirándome como si la respuesta fuera tan obvia, yo notaba como mis mejillas iban a alcanzar temperaturas imposibles.- ¡Ya sé tocarla!¿Quieres escuchar algo?.-antes de que pudiese responder una dulce melodía inundó la habitación, despertando a Nana y Michael de su siesta con armonía.

-¡Vaya!¡Nunca pensé que lo harías tan bien en tan poco tiempo!.-añadí impresionada una vez que la música cesó, esté sonrió como solo él sabía y se agachó delante de mi, de espaldas.

-¡Sube!.-indicó mientras se cacheaba la espalda con las manos, miré a mi alrededor, esperando que Jhon no llegase en ese momento a la habitación, o de lo contrario mi ventana pasaría a tener rejas y Peter tendría tatuada en la frente "roba hijas cojas".

No dudé más y acabé agarrándome con fuerza a la enorme chaqueta oscura de Peter, procurando no caerme mientras reía, viendo cómo el como el chico corría y reía junto a mi por el blanco bosque. Finalmente acabamos tirados en la nieve que había en la charca en la que nos solíamos bañar en verano, la cual estaba cubierta por una finísima capa de hielo que amenazaba con romperse con tan solo un suspiro.

¿Dónde está Peter Pan?[#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora