Tiempo atrás- Segunda ventana a la izquierda

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Pasó casi un año desde que me mudé a Londres, y aunque le preguntaba a los niños perdidos por telefono del lider, él nunca se llegaba a poner.

Acabé acostumbrandome a la ciudad y su horario, las clases con las niñas mimadas que veían mal que siguiera durmiendo en la misma habitación que mis hermanos.

En mi nueva escuela encontré a Rachel, la única niña que no se acercaba a mí por mis zapatos nuevos o los bonitos pendientes que Mary me regaló, fue casi una suerte encontrarla.

En casa, yo sguía teniendo la costumbre de leer un cuento antes de dormir, por lo que Jhon y Michael solían irse a la cama pronto, deseosos del cuento de esa noche, diría que Nana tambien, pero por ese entonces el perro ya estaba mayor y se quedó viviendo en casa de tía Millicent.

Justo esa noche tocaba una de mis historias preferidas, la princesa y el sapo, por lo que relaté con ilusión cada una de las partes de la historia.

Cuando terminé el cuento, mis dos hermanos ya dormían y yo no tardé en acostarme en mi cama y cerrar los ojos, aunque algo me despertó.

Mi telefono empezó a sonar.

Lo cogí con miedo, intentando adivinar quien sería a esas horas de la noche, pero el número no podía reconocerlo.

-¿Si?.-pregunté algo somñolienta, rascandome un ojo.

-Wendy, ¿tienes la ventana abierta?.-salté de la sorpresa al identificar al dueño de esa voz, comprobando inmediatamente lo nombrado.

-¿Peter?

-Indicame desde la estación hasta a tu casa.-siguió el, ignorando mi asombro.

-¿Que?.-mi corazón se aceleró, preguntandome cóo iba a llegar el chico desde el pueblecito donde vivía hasta aquí.

-Tu casa, ¿a cuanto está de la estación?.-fui indicandole, mientras escuchaba como e asentía, aunque no lograba saber si lo estaba escribiendo o que estaba haciendo con esa información.

-En esa calle hay unos pisos marrones, y mi balcón es el segundo a la izquierda de la tercera planta.-finalice, apoyada en la barandilla del balcón mientras miraba las estrellas, se veían tan pocas en Londres.

-Bien, ahora mira hacia abajo.

Le obedecí, y allí, bajo mi balcón, un Peter Pan sonriente me saludaba.

Al primer segundo me quedé sin respiración, mirándola incrédula.

Al los dos segundos temí que estuviera enfadado, y que hubiera ido allí sólo para vengarse.

Y al tercer segundo le sonreí desde el fondo de mi corazón, sintiendo como las mariposas de mi interior luchaban por salir.

El chico no perdió tiempo en escalar, aunque no fue tan sencillo como con mi enredadera, pero aun así logró subir hasta mi balcón, quedando enfrente mía.

Mentiría si dijera que no había cambiado, estaba más alto, con el pelo algo más corto, los ojos verdes más brillantes de lo que recordaba y la sonrisa más perfecta de lo que era.

Sin embargo, seguía siendo mi príncipe de brillante armadura, que había cruzado un montón de kilómetros y atravesado un montón de problemas para encontrarme a pesar de todo.

Que se colocaba con una pose de diversión y superioridad que sólo él sabía.

Que era capaz de matarme con una simple gesto.

-Peter, ¿Qué estas haciendo aquí?.-pregunté sin poder de dejar de sonreír, aunque tenía miedo de que todo eso no fuera más que un sueño, el chico frunció el ceño.

¿Dónde está Peter Pan?[#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora