Tiempo atrás-Una promesa

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Estaba en mis vacaciones de verano, convencida de que esos dos días tan sólo fueron dos sueños infantiles que una vez tuve. Él apareció como si nunca hubiéramos dejado de vernos, cómo si en ningún momento anterior me hubiera gritado.

Jhon y yo estábamos jugando a algo, no recuerdo exactamente que era, lo único que sé es que yo era rapuncel, por lo que sería algo relacionado. El cuento de esa princesa lo había leído la noche anterior y en ese momento me faltaba tiempo para representarlo.

Sentada en el alfeizar, con mi vestido lavanda favorito veía cómo caía el día, dando toques anaranjados a la habitación; estaba cansada de jugar y toqueteaba la trenza que me llegaba pasados los hombros relajada hasta que escuché cierta voz.

-¡Rapuncel!¡Deja caer tu pelo!.- salté de mis pensamientos y le vi en mi jardín, sonriéndome de la forma que sólo él sabía. Boquiabierta le sonreí, esperaba que fuese un sueño, aunque ahí se encontraba mi príncipe de brillante armadura, salvándome de el pequeño Jhon, el cuál dormía vestido de pirata.

No estaba enfadada, se podría decir que más bien estaba eufórica por verle ahí, escalando la enredadera para poder subir a mi habitación y a Campanilla rondando, con miedo a subir por si Nana se encontraba por ahí.

-¡Peter pensaba que no volverías!¡Ni que seguías escuchando mis cuentos!.-le dije cuando quedó enfrente mía, tan cerca que podía apreciar su aroma, una mezcla perfecta entre bosque y algo dulce.

-Pues aquí estoy, la verdad es que por la noche me da pereza escalar, por lo que los escucho desde el porche.-me respondió poniendo sus brazos en sus caderas, sin dejar de enseñarme sus blancos dientes ni un solo segundo.-¿Vamos?

Asentí, sabía que se refería a nunca jamás y salí de la habitación con decisión. Hubiera sido más fácil si no diese tantos rodeos a la hora de decidir algo, pero no voy a mentir, en cuanto pisé el techo de el porche le pedí a Peter que me ayudase a llegar hasta la enredadera, la cual no estaba ni a tres metros.

No me bastó con eso, si no que le hice jurar que estaría justo debajo cuando empezara a descender y que no se iría, así si caía él podría cogerme. Cuando estaba a dos centímetros del suelo mi pie se resbaló y caí en el suelo, no en los brazos del chico, lo suficientemente cerca de la gata cómo para que se asustase y me arañara.

-Pensaba que no podías ser tan torpe a esa altura.-se justificó el chico ante mi cara enfurecida, no se lo tomé en cuenta y cuando empezamos a andar agarré su mano, no la apartó, Campanilla volvió a intentar arañarme.-Sabes Wendy, quiero contarte la historia de nunca jamás, pero no se la puedes contar a nadie, sólo la sabe Tootles.

-Vale, ¿pero por qué no lo sabe Nibs?.-pregunté deseando que no se hubiesen enfadado.

-Nibs no sabe guardar secretos, seguramente si se lo dijese se pondría a llorar y se lo contaría a los demás.-respondió con tranquilidad, sabiendo que eso sería exactamente lo que pasaría y cogió a su gato con el brazo que no estaba ocupado. Pareció acordarse de algo al instante y me miró con diversión.-No te lo he dicho, tenemos tres nuevos niños perdidos, se llaman Curly y los gemelos, ya te los presentaré al llegar.

Asentí emocionada e intenté ir más rápido para poder verles, aunque no recordaba que nos tomábamos de la mano y él me empujó hacia atrás.

-¿No quieres que te lo cuente? Por mi mejor pero...-le interrumpí pidiéndole que comenzase ya, a lo que resopló, miró a campanilla y comenzó.- Verás hace tiempo, un niño de tan sólo cuatro años vivía feliz con su padre y su madre...

Años atrás

-¡Peter haz el favor!.-gritó el padre enfadado después de lo que el niño había dicho, aunque tenía razón, el hombre de la casa sólo estaba ahí para dormir y los días libres no se encargaba de su hijo, si no de su trabajo.

¿Dónde está Peter Pan?[#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora