Con el tiempo me fui acostumbrando a la niña india, dándome cuenta de cómo era su personalidad, pero eso nunca quitó que dejara de sentir ese punzante dolor en el pecho cuando la veía al lado del chico.
El día después de mi ataque de celos Peter vino a mi ventana, pero esta vez, estaba cerrada, a lo que el la golpeó hasta que la abrí.
-¡Nunca cierres la ventana! Si lo haces, ¿Cómo te encontraré?.-preguntó el chico molesto.-¿Porqué ayer te fuiste? Nos lo estábamos pasando bien.
-Sabes que son los celos,¿no?¡Pues eso!.-le chillé, celosa y avergonzada, aún no se si arrepentirme de esa frase o no, porque fue una confesión en toda regla. El chico no me habló en todo el día, pero no por enfado, si no porque le hablaba y me evitaba, largándose echo un tomate a la esquina opuesta a mí.
Eso duró, demasiado para lo que mi pobre corazón podía soportar, haciéndome llegar a pensar que Peter sentía repulsión ante mis sentimientos y tanto Curly como los Gemelos sabían mi situación, riéndose de la tensión que había entre nosotros.
Con el tiempo conseguí que el chico no saliera huyendo y entablar una conversación que no acabara en enrojecimiento, por lo que cuando obtuve mi primer teléfono móvil a los once años y medio, no dudé en ir a decírselo a él el primero.
-Toma.-dije colocándole un papel doblado en la palma de la mano, este lo miró con curiosidad y al abrirlo y ver una serie de números su entrecejo se arrugó.-Es mi número de teléfono.-aclaré.
-¿Para qué quiero tu teléfono?.-preguntó este mirándome de reojo aún con la misma expresión, yo sonreí de oreja a oreja.
-¿No es obvio?¡Así cuando estemos lejos podrás llamarme!.-dije alegre, el único hecho de imaginar al chico llamándome antes de dormir evitaba que dejase de sonreír.
-No me hace falta, tú nunca te vas a alejar de mí.-dijo este algo egocéntrico, colocando sus manos en ambas caderas, pero estuvo a punto de resbalarse al ver mi reacción. Quizás podría compararme con una estufa humana, porque también hice enrojecer al chico y este intentó mejorar su frase, trabándose con su propia lengua por los nervios.-¡No! Es decir...a ver...-rascó su nuca.-Wendy tú no...quiero decir...¡Que no!¡No me hace falta y punto!.-sentenció, tirando mi papel contra el suelo y pisándolo para darme a ver que no le era importante.
-Como quieras.-respondí algo enfadada, dándome la vuelta para comenzar a ir al puerto, donde el resto de niños perdidos jugaban con el capitán.
En ese momento, comencé a pensar que había dejado de importarle.
El tiempo pasaba rápido, con cada vez más tesoros que quería guardar, y no sólo de Peter y particular sentimiento que producía en mí.
De las clases de bicicleta por parte de Nibs.
Contemplar estrellas con Slightly.
Risas con los Gemelos.
Secretos confiados a Tootles.
Y peluquería con los rizos de Curly.
Si mi vida se pudiese exponer en dibujos, arrancaría ese tipo de instantes, guardándolos para siempre en mi cajón secreto.
Momentos tan cortos que con un suspiro se escapan.
Tan hermosos que te harían verlos durante horas sin aburrirte.
Y si me pidieran que describiera que es la felicidad, no sabría decirlo, pero lo podía sentir.
La felicidad, es un sentimiento corto, en el que te sientes cómodo con absolutamente todo, eso que sientes cuando andas en invierno por la calle y al llegar a casa está la estufa puesta, te pones el pijama y te arropas en el sofá con la manta; justo en ese momento, estas cómoda y estas feliz.
O quizás, cuando cuentan algo estúpido que tan sólo tú y esa persona comprendéis, pero os hace reír como a nadie, tirando lágrimas incluso, mientras que ríes sin que hubiera un mañana, si no te ahogas, te sientes cómoda con la otra persona, con un sentimiento tan grande que es indescriptible.
Yo si tuviera que explicar la felicidad, enseñaría esos dibujos, diciendo que esos momentos fueron los felices recuerdos que marcaron mi infancia.
En los que correteaba por el bosque junto a una manada de niños, luchaba contra un par de piratas, celebraba con indios y cantaba con sirenas.
Pensaba que mi mundo siempre sería así, sin ningún cambio, ni un sólo inconveniente.
Hasta que la mudanza a Londres rompió todos y cada uno de mis esquemas, dejándolos en pequeñas piezas de puzle que debía reconstruir, pro que nunca serían igual.
Al decir que quería crecer, no pensaba que eso supondría una mudanza, ni tras eso alejarme de mis amigos y de todo lo que creía conocer.
No se lo dije a ninguno, yo tenía claro que volvería de alguna forma; aunque tampoco tenía el valor suficiente para comentarles que iba a desaparecer por x tiempo. Por lo que una mañana, mi familia cogió sus maletas, llenado el coche de bolsas, mientras que yo, ajena al mundo miraba por la ventanilla.
Desde esa ángulo podía ver como Peter subía por mi enredadera, dispuesto a despertarme con su flauta para alguna travesura nueva. Al ver que mi ventana estaba cerrada comenzó a golpearla suavemente, para luego intentar mirar a través de ella, hasta darse cuenta de que esa ventana no iba a abrirse por un tiempo.
Divisó el coche, que arrancó.
Y mientras me alejaba podía ver con claridad su expresión, una mezcla entre tristeza, ira y decepción.
Nunca olvidaré esa mirada.
Sus ojos verdes podían decirme desde lejos que le había mentido, y no estaría con él para siempre, siendo niños eternamente en nunca jamás.
Quizás yo era la que se estaba apresurando mucho en crecer.
Me arrepiento a cada segundo de no haber evitado ese instante, o al menos, no habérselo comentado a ninguno.
Al parecer Peter se había guardado mi número, ya que a primera hora del día siguiente un montón de voces me pedían explicación a través del aparato. Me pedían una justificación, la cual me costaba dar ya que solían interrumpirme, por no decir, que no tenía y me limitaba a repetir con pena que habían ascendido a Gerge, por lo que tanto él como nosotros debíamos ir a la ciudad.
Me entristecía saber que entre ese gallinero de voces no estaba el líder, el cual no volví a ver hasta pasado un año en Londres.
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¿Dónde está Peter Pan?[#1]
Teen Fiction"¡Nunca cierres la ventana! Si lo haces, ¿cómo te encontraré? " "No llores Wendy, sonríe, me encanta cuando lo haces de corazón" "¡No quiero crecer! Si lo hago seré igual que ellos y...¡no quiero dejar nunca jamás!" Esas eran algunas de las frases...