Árbol hueco

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-Que tonta eras.-picó John una vez terminado de contar el recuerdo.-Intentas echar a un ladrón y te haces su amiga.

-¿Qué le iba a hacer una niña de seis años? Los dos éramos muy pequeños, la mayoría de nuestras conversaciones no tienen sentido ahora, pero para mí lo tuvieron en su momento.-me justifiqué apuntando de forma acusadora a mi hermano.

-Vale vale, Michael a la cama.-le ordenó al pequeño zarandeándole, que se había quedado durmiendo en su hombro, este se levanto con la torpeza y la cara de los zombis, arrastrándose hacia su cama.-Yo también voy a acóstame.

-Apaga la luz si quieres, yo no tardaré nada.-le respondí, a lo que asintió y la oscuridad no tardó en invadir la habitación, con tan solo la luz que entraba por la ventana cómo guía.

Me gustaría decir que reinó un silencio tranquilizador que lograba ayudarme a centrarme en mis recuerdos, pero los ronquidos rompían esa calma. También me agradaría decir que esos sonidos de león eran provenientes de John, para así poder grabarlo y reírme por la mañana, aunque no era así; el pequeño Michael hacía unos sonidos peor que un viejo constipado de ciento cincuenta años, lo mejor es que era crónico o al menos le durara hasta que su garganta sea igual de grande que sus amígdalas.

Me adentré en mi cama e intenté acostumbrarme a los ronquidos, para el mayor era fácil, él se había acostumbrado en los últimos tres años, aunque por desgracia yo en esas las noches lo máximo que escuchaba era a mí misma respirar. Tardé mucho en adentrarme en los sueños, y hasta el momento me lo pasé mirando la ventana, esperando que la silueta de un chico de aproximadamente dieciséis años entrase.

La sombra de un niño de seis años entró, tenía una linterna que me enfocaba y era casi cómo adentrarse en un recuerdo.

Me incorporé en la cama, esperando ver mejor la sombra, aunque al hacerlo desapareció, dándome a ver lo cansada que estaba y haciéndome caer al instante en un profundo sueño. Uno en el que tropezaba y me arañaba con ramas, corría por el bosque e iba al país de nunca jamás guiada por su líder, Peter Pan.

****

Desperté, aunque no estaba en la hamaca que hice junto a los gemelos tal y cómo me hubiese gustado, si no en el suelo de mi antigua habitación, con las mantas esparcidas por la zona, un soldadito clavado en la espalda y la mano de John en mi cara.

Me levanté con pesadez, arrastrando los pies hacía el baño, me aseé y vi el reloj que dejé la noche anterior en una leja, 6:23. Esperaba despertarme más tarde ya que eran mis merecidas vacaciones, aunque la costumbre pudo conmigo.

-Buenos días cariño, ¿has dormido bien?.-preguntó mi madre desde la cocina al escucharme bajar, yo me adentré para verla preparar el desayuno y me senté en una de las sillas aún bostezando.

-¿Quieres que sea sincera?.-me asintió sin apartar la vista de la sartén.-Pues no, no recordaba que los ronquidos de Michael fuesen tan exagerados.

-Te acostumbrarás, o eso espero.-dijo entre risas colocando nuestro desayuno en la mesa.-¿Se han levantado ya?.-negué con la cabeza mientras comía.-Ya veo, pues podrías pasear por el pueblo hasta que despierten.

-¿A dónde voy a ir sola? Mejor les espero y vamos juntos.-comenté afirmándome de que era la mejor respuesta, ella me miró con sus ojos azules y por un segundo vi el asombroso parecido que le tenía.

-Puedes ir a un lugar en el que quieras estar sola, o quizás visitar a ese amigo que tenías aquí, seguro que ha crecido y tiene un montón de cosas interesantes que contarte.-yo me atraganté, en ningún momento de mi infancia llevé un amigo a casa, salvo Peter, que se solía colar, aunque nunca llegué a presentárselo.

-Supongo que...que iré a ver a Peter.-contesté intentando ocultar mi entusiasmo e incredulidad ante lo sucedido, mi madre solo sonrió para sus adentros y no me volvió a sacar el tema, cosa que en cierto punto agradecí.

Tardé en desayunar, arreglarme y salir por la puerta menos de lo que había pensado, por lo que me encontraba caminando en línea recta pensando.

¿Dónde se encontraría en ese momento Peter Pan?

Decidí andar por una carretera de asfalto que se adentraba un poco en el bosque, esta se dirigía a un lugar en particular, un orfanato masculino. Caminaba por la orilla derecha, fijándome en las rocas de ese lateral, pase por una piedra en la que estaba dibujada una cruz o "estrella" según el chico y en el lateral izquierdo igual, tres de esas estrellas estaban sólo para despistar a los intrusos. Pensé en lo que una vez me dijo: "Para ir a nunca jamás solo tienes que ir a la segunda estrella a la derecha, y todo recto hasta el amanecer".

No lo entendí en su momento, aunque días más tarde comprendería que eran indicaciones.

Pasé por la segunda marca, y en vez de seguir por la carretera decidí girarme e ir hacia el este, "todo recto hasta el amanecer". Caminé unos cinco minutos, hasta quedar enfrente de un letrero de madera colgado en una rama con cuatro palabras en una bonita letra, "Bienvenido a nunca jamás" y por detrás el nombre de todos los residentes.

Nibs, Curly, Slightly, Tootles, Wendy , los Gemelos y Peter Pan.

Pasé los dedos por cada nombre, escrito en diferentes tamaños y tipos de letras aleatorias, se había borrado un poco el marcador permanente con el que pusimos los nombres, pero aún se veían, o al menos lo suficiente cómo para hacerme extrañar esos tiempos.

Miré a mi alrededor, observando cómo todo estaba en su sitio, el árbol hueco con una pequeña cortina , dentro solíamos meter nuestras "armas" y de vez en cuando comida. La mesa de madera con sus asientos, las hamacas aún colgadas en sus respectivos lugares, algunas sábanas colgadas en los árboles a modo de techo.

Parecía cómo si en ese lugar hubiesen parado el tiempo, pero había algo que faltaba, lo más esencial en nunca jamás.

Peter

Los niños perdidos solían decir que sin él, nunca jamás parecía muerta y que por eso era el líder, eso era exactamente lo que le ocurría.

Le faltaba, Tootles revisando las armas y limpiándolas, Slightly y Nibs batiéndose en un duelo de espadas de palos o correteando de un lugar a otro, a Curly trayendo la comida y comiéndosela, los gemelos colgando de las ramas y Peter planeando una nueva estrategia junto a Curly y Tootles.

Ahora ni siquiera las mariposas llenan el vacío de ese lugar, ni siquiera lo embellecen, si no que lo hacen ver más solitario. Una lágrima calló, tras eso otra y otra, preguntándome, ¿en que momento murió nunca jamás?

Sabía que ese día llegaría, en el cual llegaría a ese lugar y todo sería un recuerdo, un recuerdo que no se puede volver a vivir. Tenía que crecer, abandonar nunca jamás y viajar, formar una familia, un futuro y cuando nos diésemos cuenta, ese lugar ya había desaparecido, escondiéndose en lo más profundo de la mente.

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Muy buenas personitas de wattpad :D, ¿Qué tal están? La verdad es que yo algo liada con la vuelta a clases, nuevo curso y retos algo más grandes -.-

Aquí está vuestro capitulo, dedicado a una personita a la que tengo que agradecer todo el apoyo, por no decir la historia tan mona que escribe sobre un gatito=^.^=

muchísimos besos y fuertes abrazotes^^



¿Dónde está Peter Pan?[#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora