Oí un fuerte golpe, me pregunté si sería Peter cayendo debido a que le habían dejado inconsciente, lo que produjo que sólo quisiera encogerme más y desaparecer. Escuché pasos acercándose junto a un sonido extraño, era la mezcla entre león y cerdo, comencé a llorar aterrada. Cuatro brazos me arrastraron hacia afuera, yo esperé algo, no pasó nada, por lo que levanté mi mirada.
Dos niños de mi edad, vestidos con bolsas de basura y linternas me sonreían, giré la cabeza encontrándome a Peter intentando levantar de nuevo la mesa y me deshinché, relajándome. Las lágrimas comenzaron a salir de nuevo, esta vez por vergüenza e impotencia, por lo que los dos delante de mí corrieron a preguntarle al líder que me ocurría.
-Hey Wendy, ¿tanto te hemos asustado?.-noté su voz a mi lado, zarandeándome con un brazo, el cuál aparte de un manotazo mientras que enterraba más mi cara en las rodillas.
-¡No estaba asustada!¡Déjame!.-chillé negando lo innegable, los otros dos también se sentaron a mi lado, uno de ellos me sobaba la espalda diciéndome que me tranquilizase, que tan solo era una broma.
-¡Peter tienes la mano roja!.-exclamó el más gordito examinándosela, él rió para luego mirarme y señalarme de forma acusadora.
-¡Es su culpa! Cada vez que se asustaba apretaba más mi mano, hubo un segundo en el que pensé que me la iba a arrancar.-se justificó ante el otro, por lo que yo le pegué un codazo riendo, al final entre risa y risa consiguieron calmarme.
-¡Enhorabuena Wendy!¡Has pasado la iniciación!.-dijo feliz el que estaba enfrente mía, era rechoncho, de ojos oscuros y pelo castaño algo rizado, con las mejillas pintadas de dos franjas negras al igual que su amigo.-Soy Tootles.
-¡Yo soy Nibs!.-añadió el que se encontraba a mi izquierda, este era más alto que los otros dos, con el cabello rubio y los ojos oscuros, al principio desconfié de ambos, pero no pude estar enfadada.
Los dos niños perdidos me contaron muchas cosas, entre ellas que los tres eran huérfanos que vivían en el orfanato que había siguiendo la carretera, y que, aunque tenían prohibido salir a partir de las seis, preferían la noche para vivir sus aventuras.
Nibs me confesó en solitario que nadie sabia cómo llegó Peter al orfanato, y que aunque se lo solían preguntar muy a menudo, sólo le respondía con un gruñido y cambio de tema, convirtiéndose en el único niño de siete años en ese lugar.
Él fue entregado por su madre a la edad de dos años, debido a que esta no podía mantener la vida de ambos y le visitaba una vez al mes; este al principio no quería saber nada de ella, pero con el tiempo tuvo que comprender la situación. Cuando lo escuché se me hizo un nudo en el estómago, imaginándome cómo reaccionaria si me ocurriese lo que a él.
Tootles por su parte llegó una año después que Peter, abandonado en una cestita a la puerta del edificio, ambas historias conseguían entristecerme a pesar de que se les veía la mar de felices.
Peter durante ese tiempo de presentaciones y recuerdos se dedicó a sentarse algo apartado acariciando su gata, dispuesto a no abrir la boca hasta que la conversación tomase otro rumbo.
-Peter, ¿cómo acabaste tu en el orfanato?.-pregunté de la manera más dulce que pude, en el momento no quise enfadarle, tan sólo hablaba mi curiosidad. Él ni siquiera me miró, gruñó dedicándose a acariciar a Campanilla de forma distraída, a lo que yo me acerqué y le aventé dispuesta a que no me ignorase.-¡Peter!¡Peter sé que me estas escuchando!
-¿Qué te importará a ti?.-me fulminó con la mirada, empequeñeciéndome, nunca antes había visto esa expresión en su cara, ni creí que la vería, una mezcla entre dolor y rabia.
-Lo siento, yo sólo quería...-me interrumpió con un largo quejido y la situación comenzó a molestarme.
-Lo siento Peter, no quería molestar Peter.-me imitó lo que me dolió.-¿Es que sólo sabes dar problemas? Lo mejor sería que volvieras a tu casa princesita y no volvieses por aquí.
Quería chillarle, replicarle lo tonta que era su actitud, pero no podía, no a él. Me atraganté con mis propias palabras y me giré andando en dirección contraria, dispuesta a volver a casa encontrase el camino o no, por suerte el niño de cinco años me guió, dejando a Nibs con Peter, el cuál intentaba convencerle de que disculpase conmigo.
Llegué a mi cuarto, no sin dificultad, por el camino tropecé un mínimo de tres veces y escalar la enredadera no me pareció tan fácil cómo Tootles daba a ver.
-No te lo tomes así, Peter nunca ha sabido ser más suave, seguro que no quería decir eso.-yo sólo le escuchaba asintiendo, mascullando sonidos sin ningún sentido.-Mañana seguro que se habrá olvidado y volverá a por ti.
-Ya...Gracias Tootles.-logré articular, él me abrazó y no he de negar que en ese momento lo necesité. Aún hoy sigo sin entender porqué me lo tomé tan mal, ya que no fue para tanto, una simple riña de niños que se olvidaría a los tres minutos jugando juntos, aunque Peter me importaba más que cualquier otro niño.
-No, mi nombre de verdad no es Tootles.-me dijo de forma adorable.-Si no Max, lo que pasa es que nos gusta llamarnos de otra forma, así en el orfanato cada vez que grito "Thom dónde estás" no saltan siete diciendo "¡aquí!¡aquí!", digo Nibs y ya está.
Me reí al escuchar las distintas vocecillas que ponía, tarde un poco en comprender lo que quería decir, aunque era una buena forma de saber que te estaban llamando a ti y a nadie más.
-¿Y Peter?¿Él también tiene otro nombre?.-quise retener la pregunta, aunque me fue imposible. El otro se encogió de hombros dándome a entender que nadie lo sabía.
-Si lo tiene nunca nos lo ha dicho, aunque al pasar la lista de clase siempre le han llamado así.-explicó pensativo, luego me sonrió y dio por concluida la conversación al verme bostezar.-Nos vemos Wendy.
-Claro, adiós...y gracias Max.-añadí mientras le veía bajar, al caer al suelo se despidió de mí con una mano y echó a correr por el camino hacia nunca jamás.
Al día mi enfado ya había desaparecido.
Pasó un mes, el cual estuve esperando junto a la ventana para que Peter me llevase a nunca jamás.
Pasaron dos y ya no me quedaba hasta tan tarde esperando.
Tres, cuatro, al séptimo perdí mi esperanza.
Muchas veces pensé en ir por mi propio pie, aunque descartaba la opción , me seguía dando cierto respeto el bosque nocturno.
Había noches en las que tras leer mi cuento me asomaba a la ventana, para asegurarme de que Peter había escuchado mi historia, no estaba.
Llegó a un año, y empecé a dudar en si su cabello era rubio o naranja, en si sus ojos eran de un verde manzana o uno profundo cómo el bosque.
En la escuela nunca conseguí hacer amigos cercanos, todos tenían sus grupos y no querían a una niña que se la pasaba pensando en un país llamado nunca jamás.
Jhon ya tenía cama propia, a la cual le tenían que poner sillas alrededor para que este no cállese y Michael, digamos que estaba en proceso embarazo.
Un año y cuatro meses después, cuando nos confirmaron que dentro de ocho meses tendríamos un nuevo hermano, Peter regresó a mi ventana.
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Muy buenos días personitas de wattpad:D
Pregunta del día: ¿De dónde sois?
Yo saludo desde España, concretamente la costa mediterránea ^^
Bueno un fuerte abrazo a todos y muchisimos besos.
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¿Dónde está Peter Pan?[#1]
Teen Fiction"¡Nunca cierres la ventana! Si lo haces, ¿cómo te encontraré? " "No llores Wendy, sonríe, me encanta cuando lo haces de corazón" "¡No quiero crecer! Si lo hago seré igual que ellos y...¡no quiero dejar nunca jamás!" Esas eran algunas de las frases...