The Walking Dead [Rick Grimes]

09//Rabia.

Las primeras luces del alba aparecían iluminando toda la zona y levantando a un que otro superviviente. Maggie en compañía de Glenn se dirigieron a buscar a la morena para comenzar con la limpieza del recinto y así poder dejar de escuchar los gemidos de los caminantes que se agolpaban contra la puerta de metal. La puerta de la nueva habitación de Lisbeth estaba abierta por lo que se sorprendieron al ver a Rick con ella. Maggie sonrió con dulzura al ver la estampa, la joven estaba acurrucada en el pecho del sheriff mientras que él la abrazaba por la cintura y entrelazaban sus piernas. Hace demasiado tiempo que no veían en esa situación a Rick pero no les molestaba en lo absoluto, sabían que ella no era una mala mujer para él. La mujer del asiático movió con tranquilidad a la pareja dormitada, la primera en abrir los ojos fue Lisbeth la cual se sobresaltó al verla tan sonriente y con esa típica mirada de Maggie Greene, el sheriff también se levantó sorprendiéndose por su despertar. Abandonaron el cuarto después de avisarles que debían comenzar a trabajar para mejorar la convivencia en aquel lugar. Luego de la noche movidita que habían tenido; puras caricias y besos sin sexo de por medio, cayeron exhausto del cansancio. La morena se levantó no sin antes darle un suave beso al ex policía , sonrió aún con los ojos cerrados. Ató su cabello en una alta cola y una vez se puso las botas salió al exterior dando los buenos días y entrando a la habitación de al lado. Encontró a una Judith sonámbula y a un Carl cansado pero dormido. Se acercó sin hacer mucho ruido y con la niña entre sus brazos abandonó el cuarto, se dirigió hacia el grupo que desayunaba entre charlas y planes. Rosita con una mirada de tenemos que hablar sobre tú policía caliente le entregó una lata de frutas variadas y un pote de lo mismo para la cría. Se sentó sobre uno de los taburetes metálicos y comenzó a desayunar en completo silencio. Daryl y Michonne entraron siendo revelados por Sasha y Carol.

—¿Cómo estás pequeña patea traseros?—preguntó en tono amistoso el cazador.

La niña lo ignoró olímpicamente por estar concentrada en su desayuno, la joven rio por el falso ofendido del hombre.

—Tiene mucha hambre—murmuró, Daryl asintió y procedió a desayunar—. Pronto comenzarás a caminar, me darás mucho trabajo, cariño—dijo sonriendo.

Rick saludó aún adormecido, se dirigió hacia su hija para plantar un ruidoso beso sobre su cabeza. Se sentó a su lado y como todos, desayunaba.

—¿Por donde comenzamos?—quiso saber Tara.

—Por el otro edificio, detrás de un armario hay una gran cantidad de caminantes—comentó Michonne con tono semblante.

—Podemos usar palas, anoche encontré una garita llena de ellas—propuso Noah.

—Claro—asintió la morena—. Pero debemos tener mucho cuidado y no fiarnos, en el bloque tres una verja separa a más y debemos acabar con todos hoy.

Comentaron más a fondo el plan de como atacar a las hordas en grupo, esta vez no se separarían, atacarían juntos por si todo se viene abajo y así no tener ninguna baja. Tras desayunar se prepararon para comenzar la limpieza de su nuevo hogar temporáneo. Lisbeth no dejaba de darle vueltas la cabeza, estaba preocupada por la falta de comida y debían actuar antes de sentir debilidad o mareos. Por la pierna mala no dejaron participar a Noah, que al igual que Carl se quejaron pero no hubo ninguna discusión, ellos debían quedarse al cuidado de Judith. Con el sol dándole directamente en la cara se encaminaron hasta el segundo edificio. Dentro del maloliente lugar cerraron la puerta y prepararon sus palas a la espera de que Rick y Daryl apartaran el armario de la puerta metálica. Salieron tambaleándose a la vez que se empujaban y amontonaban en busca de carne fresa. No perdieron el tiempo en pensar, tan solo actuaron decapitando sus cabezas con las palas. Retumbaban los gritos de alegría por la habitación al ver que habían acabado con todos.