The Walking Dead [Rick Grimes]

50//Días futuros.

Lis se quedó callada tras haber escuchado lo que decía Tara. Seguía dolida por la muerte de Denise y ver a su amiga allí la hacía recordarla.

—Ellas tienen armas, un montón—repitió Tara.

—¿Qué?—preguntó Rick.

—Ese grupo. Las mujeres que conocí tienen un arsenal, armas de fuego.

—¿Por qué no nos lo has dicho antes y no ahora?

—Se los prometí, Rick.

Acordaron en que salían ese mismo día a buscar todo lo que Tara les había mencionado. Lis entró a casa y se llevó las manos a la cara, suspiró.

—¿Te encuentras bien?

—Rick, hay niños—le recordó—debemos ser cuidadosos.

—Lo sé. No vamos a hacer daño a nadie, tomaremos las armas y nos iremos. Todo saldrá bien.

Ella frunció el ceño y negó con la cabeza.

—Cada vez que me dicen eso pasa la mayor de las desgracias. Iré a cambiarme de ropa.

No esperó respuesta de parte de Rick y se encaminó a su habitación. Se tiraría a la cama pero el maldito Negan había arrasado con todo. Entró al baño y se refrescó la cara con agua. Estaba demasiado nerviosa y sentía que vomitaría el desayuno en cualquier momento. Tomó aire repetidas veces y se calmó.

—No puede morir más gente—susurró intentando convencerse así misma.

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Habian hecho todo el recorrido en completo silencio. Bajaron todos con las armas preparadas.

—¿Estás preparada por si algo sale mal?—le preguntó Rick a Tara mientras caminaban al lugar.

—No saldrá mal.

—Pero si ocurre no te sientes culpable.

—Claro que me sentiré culpable, ya lo hago.

—Tara... No debes sentirte asi.

Lis escuchó la conversación y prefirió quedarse callada. En el fondo ella también sé sentia culpable. ¿A cuanta gente tenía que matar para que sus hijos vieran días futuros? Quería una larga vida para ellos. Eso no se discutía.

Pararon frente a un árbol grande y Lis como parecía una ardilla sobre ellos y manejaba bien el tiro desde arriba se ofreció voluntaria para estar allí. Rick la ayudó a escalar.

—Tienes que estar alerta a la señal.

—¿A que hora empezamos a contar?—le preguntó, agarrándose al tronco con fuerza.

—En cuanto llegue. ¿Estás bien?—preguntó mirándola lleno de preocupación.

Ella asintió, y añadió;

—Bastante bien.

—Vale, ten cuidado, cariño.

—Lo mismo te digo—le advirtió con una pequeña sonrisa—. Y perdóname por haber sido tan borde contigo esta mañana. No pretendía hacerte sentir peor de lo que estás.

—Eso no importa ahora. Los dos estamos bien, ¿no?

—Claro que sí, mi amor—contestó alegremente.

Rick sonrió e inclinó la cabeza hacia arriba viendo como su mujer seguía escalando el árbol. La admiraba demasiado.

Los demás comenzaron a poner pequeñas bombas bajo las hojas secas. Tara entró y habló con la que mandaba en esa comunidad y su nieta. No dieron su brazo a torcer con lo cual comenzaron a activar las bombas. El fuego se lanzó por los aires y el ruido hizo alarmar a las mujeres que vivían allí. Corrían despavoridas de un lado a otro.