37//Salvadores.

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Mientras Rick observaba el rostro de la morena no podía dejar de pensar en cuan afortunado era en tenerla, no podía imaginar un mundo donde ella no este. Sin duda estaba complacido con la vida, a pesar de todo tenia lo que mas amaba entre sus brazos, por supuesto también a sus adorables hijos. Sentía paz consigo mismo, como si nada pudiera arruinar ese momento de felicidad entre ambos. Había extrañado tanto tenerla para él solo durante la mañana y no tenia planes de levantarse. 

—¿Alguna vez te he dicho que me encantan tus ojos?—susurró Lis, apoyó la mandíbula sobre el pecho de Rick y se acostó boca abajo. El sheriff sonrió.

—Y a mi tus labios—dijo pasando el dedo índice sobre ellos, Lis se inclinó un poco y estiró la boca, esperando un beso. Rick no la hizo esperar.

Tocaron la puerta. Se miraron entre sí y antes de que la morena corriera al baño depositó otro húmedo sobre los labios hambrientos de Rick. El hombre sonrió como un adolescente enamorado, se puso los calzoncillos y procedió a abrir la puerta. Allí estaba Carl con su pequeño hermano en brazos.

—Judith y él ya han comido, así que te toca cambiarle el pañal—comentó haciendo reír a su padre. Carl enseguida se lo pasó y antes de que su hijo se fuera lo detuvo.

—Te quiero, Carl—confesó con una gran sonrisa, Carl lo miró un poco confundido.

—Y yo a ti papá.

Tras decir eso dio media vuelta y regresó a su habitación donde le esperaba Enid con Judith. La adolescente le sonrió abiertamente, adoraba ver como Carl fruncía el ceño, en realidad le gustaba todo de él. Se sentó en el sofá de una plaza y cogió el cómic que dejó el día anterior sin terminar.

—Mi padre parece muy contento—murmuró Carl, ojeando los dibujos de las páginas. Enid sintió como sus mejillas cobraban un color rojizo, se dio la vuelta para no dejar a la vista su rostro.

—Me alegro—contestó. Y es que cuando ella iba de camino al baño de la planta baja escuchó un par de gemidos que provenían de la habitación de Lis y Rick, sintió tanta vergüenza que se encerró en su habitación de vuelta. No le extrañaba que el padre del chico que le gusta estuviera demasiado animado esa mañana.

—Me toca guardia dentro de un rato, ¿quieres venir?—se animó a preguntar el chico.

Enid puso el rostro duro y suspiró.

—Claro, me gustaría hacer cosas nuevas en este lugar y no solo jugar con Judith.

—Es penoso que juegues con bebés—se burló Carl soltando una suave carcajada.

—¡Eh, que es tu hermana!

Siguieron bromeando entre ellos, ya se había vuelto costumbre a pesar de lo fríos que eran el uno con el otro cuando se conocieron.

Lis enrolló la toalla en su cuerpo y salió con un bote en la mano, debía dejar leche suficiente y gracias a la comida de Judith puede estar tranquila al saber que ninguno de los dos pasará hambre. Se encaminó al armario y sacó ropa interior limpia, fijó su vista en un pequeño conjunto que le había regalado Rosita especialmente para ella. Ese día le dijo que cuando estuviera con Rick lo usara, sería como comenzar de cero y le dio elogios sobre su cuerpo. ¿Cuánto tiempo tendría eso guardado allí? Desde que tuvo al bebé y ocurrió la desgracia lo había dejado escondido, ahora que se sentía mas segura de si misma, quería ponérselo. Quizás le prepare algo especial a Rick, si todo la misión de ese día sale bien.

—No sé por qué hace esas muecas, parece como si estuviera...—dijo Rick, se vio interrumpido por un pequeño pedo de su hijo. Lis soltó una risotada—. No puede ser, le he cambiado hace nada.

The Walking Dead [Rick Grimes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora