The Walking Dead [Rick Grimes]

36//La misión.

Lis se encontraba en la entrada principal de Alexandria, todo estaba en silencio y para sorpresa de ella nevaba a cantaros. Frunció el ceño al ver su larga melena en pequeños rizos, iba descalza y vestía con un largo vestido blanco de tirantes. Una leve capa de humo se escapó de entre sus labios, frotó sus manos en busca de calor y comenzó a caminar sobre la nieve. No había rastro de ninguna persona ni siquiera se escuchaba el tedioso gruñido de los caminantes. Su pulso aumentaba mientras se acercaba al porche de su casa. Con las manos temblorosas procedió a girar el pomo de la puerta, este no cedía, hizo mas fuerza sin logro alguna. Tocó con desesperación la madera y seguía sin haber señales de que alguien estuviera dentro. Rodeó la casa y se dirigió hacia la puerta trasera, hizo el mismo procedimiento y no logró abrirla. Su respiración era acelerada, aumentó el ritmo y corrió a la casa de Daryl. No hubo respuestas en ningún lado. ¿Qué está pasando? Se preguntaba una y otra vez, sin ser capaz de creer lo que ocurría.

—¡Rick!—gritó sin detener la caminata, sus gritos retumbaban por todos los rincones hasta hacer eco—. ¡Carl! ¿Hay alguien?

Corrió de un lado a otro, intentando buscar a alguien que pudiera ayudarla a entender la situación.

—¿Qué demonios esta pasando?—susurró afligida.

Se llevó una mano a la cabeza y tiró un poco de su cabello, la desesperación estaba pudiendo con ella. Cerró los ojos con fuerza y contó mentalmente hasta diez, cuando abrió los ojos el plano cambió por completo. Seguía nevando pero la gente de Alexandria caminaba tranquilamente por las calles. Miró sus pies descalzos para luego dirigirse hacia la primera persona que logró ver, Tara caminaba con una pala en la mano y cuando quiso tocarle el hombro casi se cae de bruces. Se miró la muñeca con sorpresa. ¿Había sido capaz de atravesar a Tara? ¿Estaba muerta?

Alexandria había cambiado mucho, era cinco veces mas grande y los habitantes eran nuevos a su vista, jamás los conoció. Corrió de vuelta a su casa y durante el trayecto pudo atravesar a muchas personas. Esta vez ni siquiera trató de abrir la puerta, simplemente pasó sin ningún esfuerzo.

El salón estaba vacío pero de fondo se escuchaba una suave melodía. Movía rítmicamente los pies y se desplazó hasta la cocina, la imagen que vio la dejó mas helada de lo que se sentía. Carl estaba mucho mas mayor, era todo un hombre y su pelo ya no era largo. A su lado Rick lucía mas viejo, su rostro radiaba tristeza y soledad. Sus ojos se llenaron de lágrimas, se acercó a tocarlos y para su mala suerte no pudo. Hijo y padre conversaban lo mas posible, su relación se había distanciado tras los años. Levantó la vista y vio entrar a Judith.

—Mi niña—susurró impactada. Judith estaba preciosa, ya no era su bebé se había convertido en una pre adolescente adorable.

—Papá—pronunció la adolescente con tacto, tomó asiento al lado de su padre y suspiró antes de continuar—no puedes seguir así, han pasado diez años desde que mamá murió.

¿Qué? No podía creer lo que acababa de escuchar, se acercó mas y se sentó frente a los tres.

—No puedo—murmuró con rabia—dejadme con mi dolor en paz.

—Papá...—quiso hablar Carl, el grito desolado de Rick lo hizo callar.

—¡Ella no merecía morir, me hace demasiado falta y me cuesta vivir sin mi esposa! ¿No entendéis eso?

—Yo no recuerdo mucho a mamá, vi algunas de sus fotos pero apuesto que si ella supiera lo que te estas haciendo no le gustaría nada.

—Ella murió por mi culpa—vociferó.

Cayó de espaldas al suelo al intentar esquivar una botella de tequila, esta estampó contra la pared y los trozos de cristal se expandieron por todo el lugar. Después vio a Rick salir de la cocina totalmente furioso, intentó subir por las escalera pero algún tipo de campo la echó hacia atrás. Su cara se trasformó en molestia, se puso de pie y miró para todos los lados posibles. Ya no estaba en la casa de los Grimes, parecía un especie de matadero. El clima era frío y sus huesos se calaban. Paró en seco al ver a una persona frente a ella, la miraba directamente a los ojos.