The Walking Dead [Rick Grimes]

16//Madre.

Las semanas en la fábrica iban mejorando, como también la estancia de los desconocidos que ya no lo eran tanto. Se habían acomodado bien y la frialdad y desconfianza estaban disminuyendo. Eran parte de la familia, aunque como de costumbre todavía algunos no se relacionaban como el resto.

Lisbeth sonrió contenta mientras se miraba al espejo, su rostro había mejorado y no quedaba ningún rasguño de por medio. Cogió a Judith entre sus brazos y salió de la habitación a paso tranquilo.

—Por fin te levantas—dijo Patricia a modo de saludo.

Lisbeth borró la sonrisa que plasmaba en su rostro e intentó no mirarla mal. Ya no era la chica que conoció en el pueblo y eso le molestaba, sin contar que últimamente se le acercaba mucho a Rick y no quería ponerse celosa pero parecía que la rubia le gustaba provocar.

—Lo sé, ya sabes, me dieron una paliza y tenía las costillas jodidas—soltó con sarcasmo.

—No puedes tener privilegios, llevas días sin salir fuera no podemos traer comida y que tú no ayudes...

Lisbeth abrió los ojos como platos y trato de no soltarle una cachetada por las incoherencias que soltaba su supuesta amiga.

—Cállate, escucha una cosa, no te metas en mi vida.

Judith comenzó a llorar por el descuidado grito que soltó la morena. Maldijo por lo bajo mientras la meneaba de un lado a otro. Se dio la vuelta pero el brazo de la rubia impidió que se marchara, Lisbeth estuvo apunto de tirarse encima de ella pero se contuvo.

—¿Qué quieres?

—Que colabores como el resto, que seas la novia del líder no significa que te quedes todo el día sentada sin hacer nada.

—Vete a la mierda, me conoces de toda la vida y te advierto que no te metas conmigo, si te hace falta un polvo consíguete un vibrador.

Dicho esto se marchó sin decir nada más, tenía el rostro ardiendo por la rabia, Patricia era peor que Carol y eso que la relación con ella había mejorado. El frío impactó en su rostro e intentó relajarse, no podía. Buscó a Carl con la mirada, se hallaba con Noah charlando cerca de las vallas.

—¿Carl puedes quedarte con ella? Tengo que...

—No te preocupes, iré dentro, aquí hace mucho frío.

—Vale, si os aburrís en mi habitación hay unas barajas.

Se despidió de Carl y Noah y cogió el cuchillo que colgaba de su cinturón. Claramente habían caminantes en las vallas, era imposible no llamar la atención de unos cuantos. Agarró el mango con fuerza y comenzó a enterrarlo con fuerza sobre el cráneo de uno. No paraba y ya tenía el rostro cubierto de sangre maloliente. Se tambaleó un poco y por fin paró, estaba mareada ya que no había probado bocado desde que despertó. Cerró los ojos con fuerza, se inclinó apoyando las manos sobre sus rodillas y respiró.

—¿Te encuentras bien?—preguntó Rosita con preocupación.

—Sí, ha sido un mareo tonto.

—Te he dicho que no te esfuerces, las costillas las tenías jodidas.

—Ya me he recuperado, solo tengo que comer algo...

—Rick me dijo que te estaba buscando, hoy tenemos cena especial ya sabes... Según el calendario es navidad.

Lisbeth miró a otro lado intentando borrar las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. No le afectaba las palabras de Patricia sino las fechas que se acercaban, antes de todo el caos a ella le encantaba celebrar navidad con su madre y hermana pero ya no estaban. Sonrió intentando aparentar estar bien cuando en realidad lo único que quería es ver a la que fue su única familia por última vez, anhelaba tanto estar entre los brazos de su madre y jugar a las muñecas con su hermana, como las extrañaba. Le dijo a Rosita que se encontrarían en el comedor a la hora de la cena, mientras tanto ella se limpiaba los restos de sangre de su rostro. Estaba hecha un manojo de líos, ni siquiera ella misma sabría decir con claridad que le ocurría. Tras echarse un poco de agua fresca se dirigió a su habitación, se tiró a la cama y maldijo por lo bajo.