The Walking Dead [Rick Grimes]

47//Miedo.

Lis miró con gran amor a Rick, demonios, como lo amaba y no podía imaginar una vida sin él. Habían estado hablando por un par de horas de la vida en general, de su futuro, de los niños y la perdida del reciente bebé. Habían hecho tantos planes juntos sin saber que pudiera pasar con Negan y sus esclavos.

—¿Tienes miedo?—le había preguntado Rick tras unos minutos de silencio.

—No lo sé—admitió con pesar—tengo muchas emociones a la vez. Solo no quiero perder a nadie más, estoy cansada de perder a mi familia. No es justo.

Rick con un nudo en la garganta la había estrechado entre sus brazos, susurrándole que todo iría bien.

Al final Lis se tuvo que quedar en Hilltop por precaución de todos. Le habían hecho un sitio en el remolque que vivía Maggie y Sasha.

Rosita había tenido la oportunidad de hablar con Lis sobre Abraham, lloraron y rieron. Total, ellas seguían siendo las mejores amigas. Se había enterado de la ruptura del pelirrojo por Sasha y después de todo se sentía traicionada por su difunto amigo. ¿Cómo podría dejar a Rosita por Sasha le había cuestionado Lis a su marido. Rick simplemente le había dicho que mujeres como ella no se encontraban en la vida y aún así aparezca miles más no sería capaz de mirarlas, solo tenía ojos para su morena. A Lis se le había encogido el corazón, no podía creer lo afortunada que era.

Como aún tenían trato con Negan de mantener la fiesta en paz por el momento, Rick le había propuesto a Lis después de volver de su expedición se la llevaría a casa con él. Mientras tanto permanecería encerrada en ese lugar hasta que las cosas se calmaran. Lis tras darle las buenas noches a sus amigas se sumergió en un profundo sueño.

Rick la miraba embobado, el hombre realmente estaba enamorado de ella. Con su traje recién estrenado se acercó a Lis y le tendió una mano para invitarla a bailar. Ella aceptó gustosa y con una sonrisa lo acompañó a la pista. Gente desconocida bailaba a su alrededor. El lugar era precioso, como si hubiera salido de un cuento de hadas. Las luces blancas parecían dar directamente a la pareja que bailaba al compás de la música, lento. Era un baile perfecto.

—Cuéntame de ti—le susurró Lis con una encantadora sonrisa, sin dejar de mover los pies se giró sobre su eje y aterrizó sobre el pecho de Rick.

—Soy el rey de Inglaterra, ¿qué mas querrías saber?—le preguntó burlón. Lisbeth le pegó en el pecho de manera juguetona.

—Señor Grimes no me gusta su arrogancia.

—Creía que se estaba divirtiendo señora Grimes—susurró él, inocente.

La música aumentó e hizo que su compañera diera dos vueltas más, para aterrizar entre sus brazos y seguir bailando.

—Lo estaba hasta que cierto rey se pasó de listo.

—Te gusto así no lo niegues.

Lis sonrió y negó con la cabeza, no tenía remedio, estaba locamente enamorada de su marido. Su vestido pomposo de color negro ondeaba de un lado a otro y sus tacones resonaban contra el suelo de cristal. Miró los ojos de Rick y vio un infinito mar entre ellos, siempre se perdía.

Cuando el baile finalizó enseguida comenzó otra canción, esta vez era más movida. El palacio entero comenzó a animarse, los mismo reyes también.

Enseguida un revuelo comenzó a pasar en el gran salón, se escucharon disparos, gritos, muchos gritos. Los guardias comenzaron a jalar de los reyes para protegerles de amenazas. Lis escuchó una risa diabólica y juraba que la había escuchado en algún momento de su vida. Su ex prometido, Negan, estaba all, apuntando a su marido con un arma. De repente todos se volvieron contra los propios reyes y comenzó una ola de risas, la única que tenía miedo era Lis. Rick cayó al suelo y se llevó a su amada con ella. Lisbeth palpó la camisa blanca de su esposo y vio como salía sangre sin parar. Cortó la tela de su precioso vestido y lo puso sobre la herida, tratando de parar la hemorragia. Sus gritos hacían eco por toda la habitación y sin darse cuenta solo quedaban ella y su marido. El cuerpo de Rick comenzaba a desvanecer entre sus brazos, estaba demasiado pálido y apenas podía respirar.