Dejé la enfermería sintiendo la aguda mirada de mi compañera clavada en mi nuca. Tenía una ligera sospecha de lo que el capitán quería decirme, pero aún así los nervios se agarraban a mi garganta, impidiéndome que pudiese hablar o respirar con normalidad.
El soldado que me acompañaba paró en frente de la puerta, y haciéndose a un lado me indicó que entrase. Tragué saliva, intentando reunir valor para enfrentarme a lo que quisiera el capitán decirme. Toqué la puerta y unos segundos después una voz amortiguada llegó hasta mi.
—Nombre y asunto.
—Soy Prot Aichaku; me ha llamado, capitán. —Tardó un rato hasta que la puerta se abrió ante mi. Pasé, no muy segura de qué prefería; si la cárcel o a él. Respiré hondo y simplemente ande cual autómata—. Señor.. ¿para qué..-
—Nadie te ha dicho que hables —dijo tajante desde su escritorio donde revisaba un puñado de papeles. Me quedé callada, mordiéndome la lengua y aguantando de pie cual preso frente a un pelotón de fusilamiento hasta que mi capitán decidió hablar. Dejó los papeles que sostenía en la mano con una mueca de desagrado—. Soldado Aichaku está aquí por los incidentes sucedidos en el ataque sorpresa de esta mañana.
Me miró de forma seria mientras sus afilados ojos grises me inspeccionaban con atención.
—¿Qué tiene que decir en su defensa? —Se levantó de su silla y caminó unos pocos pasos hacia mi.
—Señor... Yo... Lo hice para rescatar a mi amigo. Cuando fue engullido por un titan nuestro líder de grupo...
—Su líder de grupo no dio ninguna orden de para que hiciese esa arriesgada maniobra.
—No, Señor. Pero...
—No le he dicho que responda esta vez. —Sus ojos se veían gélidos y sus palabras eran ásperas—. Su arriesgada maniobra hizo que no sólo usted se pusiese en peligro, si no que todo su equipo se viese en riesgo. —Comenzó a caminar haciendo círculos a mi alrededor—. Esto es el ejército, soldado. Aquí se deben dejar de lado las amistades. El señor Burg es un soldado también; y conocía a la perfección los gajes de este oficio.
—¡Pero señor —antes de que pudiese acabar mi frase Levi dio un fuerte golpe sobre su mesa, mirándome molesto.
—¡Cállese! Es usted una idiota. Y más vale que esa actitud de heroína caída acabe ya mismo. O de lo contrario lo único que hará será ocasionar más problemas y muertes. vDespegó su puño de la mesa y fijó sus ojos sobre los míos—. Aquí se viene para servir a un propósito común, no para satisfacer los propios. —Sobó su puño y volvió a sentarse en su mesa, sin el más mínimo atisbo de dolor—. Ahora retírese. Y tenga en cuenta que esto es un aviso. No vuelva a cometer el mismo error.
Ejecuté el saludo militar y con la cara roja de ira y me fui, cerrando la puerta tras de mi. ¿Tan mal había estado mi acción? Cuando fui a salvar a Liu no pensé que pudiese poner en peligro a la gente. En realidad no pensé nada más a parte de que él no podía morir. Miré mis manos, las había herido durante el ataque y había estado tan concentrada en sacar a Liu de ahí que ni me había dado cuenta.
Encaminé mis pasos de vuelta a la enfermería, donde estaba mi amigo durmiendo. Hacía rato que Liv se había marchado y el silencio era denso y pesado. Me senté en el borde de la cama y cogí una de las manos de Liu entre las mías. A su lado las mías se veían diminutas. Lancé un suspiro al silencio nocturno y, agotada, crují mi cuello, buscando liberar un poco de tensión.
La cara todavía me ardía, pero no por rabia; si no por tristeza. ¿Era verdad que había puesto en riesgo a todo mi equipo? Mark había venido en mi ayuda, así como el capitán Levi. ¿Podría haber acabado de verdad con Vista y Mark? Me sentía estúpida e inútil. La imagen de todos los días dentro de las tropas de reclutas venían a mi mente, así como la imagen de Mark y Liu llorando por la pérdida de Roger. Roger... Habíamos prometido que acabaríamos con muchos titanes, tantos como habría matado él. Además, Liu me había regañado muchas veces por hacer locuras de este tipo. Él siempre decía que no quería jugarse la vida por una idiota. Pero realmente era eso; una idiota. Una estúpida que casi mata a sus amigas al intentar ayudarla.
Pero, ¿qué más podría haber hecho? Yo no podía... No quería perder a Liu.
Las lágrimas cayeron lánguidas y silenciosas por mis mejillas mientras observaba la cara seria y durmiente de mi amigo. No sé cuánto tiempo estuve así, ni si alguien entró en la enfermería. Tampoco noté si Liu se quejó o si se despertó en mitad de la noche. Me quedé dormida y con el sueño mis penas se fueron esfumando por el cálido contacto de algo que me hacía sentir mucho mejor.
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Shingeky no kyojin. El despertar.
FanfictionLas Tropas de Reconocimiento bailan constantemente con la muerte. Pero, ¿cómo llevarían la existencia de los titanes personas que ni siquiera sabían que existían? Únete a Prot, Liu, Livanni, Vista y Mark en una aventura para descubrir la verdad tras...