Chapter 4.

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Estuvimos esperando a que acabara el turno del soldado y esos cinco minutos pasaron eternos, hasta que por fin una chica de pelo rojizo recogido en una coleta, llegó.

    —¿Armin? —El chico levantó la mirada—. ¿Quiénes son?

Me adelanté, mientras Armin nos miraba a ambas sin saber muy bien que responderle a la mujer.

    —Yo soy Prot, y ella es Vista. —Le sonreí.

    —Ah, yo soy Sasha.

Me levanté del suelo y estrechamos nuestras manos, baje la vista y miré a Armin.

    —Bueno, ¿nos vamos?

    —S... Sí.

Comenzamos a andar. Nuestras casas no estaban muy lejos del campamento. La urbanización en la que vivíamos estaba semi destruida, uno de los edificios había colapsado por completo.

    —¿Quieres que vayamos a tu casa ?

    —Sí, yo también quiero recoger algunas cosas.

    —Bien.

Vivíamos en edificios distintos, el suyo estaba semiderruido, con la mitad de los pisos destrozados. Conseguimos llegar hasta su casa, en la primera planta, y milagrosamente no se nos cayeron las ruinas de lo que antes había sido muestro hogar, encima. La cocina y parte del salón estaban destruidos, pero increíblemente, algunos dormitorio estaban en buenas condiciones. Fuimos hasta su cuarto, en el que se había caído parte de la pared. Cogió una bolsa y comenzó a llenarla de cosas, metió ropa limpia, si es que a aquello se le podía decir limpio con todo el polvo que tenía, algunos libros y una libreta con un montón de dibujos dentro, cogió su estuche y fue hasta el baño.

    —Ya está.

Fuimos hasta mi casa, que increíblemente estaba intacta. En mi habitación los cristales estaban rotos, no había señales ni de mis padres ni de mi hermana, y el nudo que llevaba sintiendo desde por la noche se hizo más fuerte. Pequeñas lágrimas comenzaron a resbalar por mi mejilla. Una cálida mano se posó sobre mi hombro.

    —No esperes encontrarlos aquí. —Los ojos de Armin relucían mientras clavaba su mirada en mí. Asentí y comencé a llenar mi mochila.

Cogí ropa limpia, mi cepillo de dientes, el peine e intenté que ocupara lo mínimo posible, ya que lo que realmente me interesaba era llevarme mis libros.

No todos cabían en mi mochila, y pronto me descubrí en frente de mi estantería haciendo criba entre mis libros favoritos. "Alicia en el país de las maravillas", "El gremio de los magos", "La Ciudad de las Bestias", "El Señor de los anillos", quería llevármelos todos, pero sabía que era del todo imposible. Cogí solo aquellos que realmente me gustaban mucho. Cogí de mi escritorio una foto de mi familia el día de navidad del año pasado y una carpeta, en la que guardaba mis dibujos y cuentos.

Rebusqué por mi habitación hasta encontrar mi tortuga y la metí también en la bolsa. Fui a la cocina y liberé a los dos periquitos que había dentro de una jaula. Una vez en la cocina mis tripas sonaron. Vista las escuchó y al poco rato las suyas también comenzaron a sonar. Salimos en busca de Armin, que se encontraba esperando en la puerta de lo que antes había sido mi casa.

    —Ven, ayúdanos a llevarnos comida.

Comenzamos a hablar con él mientras metíamos en nuestra bolsa toda la comida que éramos capaces. No dudaba que nos dieran de comer en el campamento, pero si todas las comidas iban a ser sopa aguada, merecía la pena llevarse un poco de comida de contrabando. Mientras tanto Armin nos habló sobre el lugar al que nos dirigíamos, sobre el entrenamiento y sus amigos. El tiempo pasó rápidamente, y sin darnos cuenta se hicieron las nueve de la mañana. 

Shingeky no kyojin. El despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora