Chapter 35.

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Desde las últimas palabras de Klaus un silencio tenso y asfixiante se había condensado en el ambiente. Liu no hacía más que incrementar la fuerza de sus brazos sobre mi, en un gesto protector. Mientras que la boca de Klaus no dejaba de expulsar sangre y amenazas de que si no lo matábamos, los secuestros se sucederían, empezando por mi.

Un golpe de Levi hizo que las palabras se sustituyesen por quejidos y balbuceos.

    —¡¿De dónde vienen los titanes?! —Hanji lo agarró por el cuello de la camisa ¡—.¿Qué es esta mierda de jueguecito que tenéis?! —Tras una lluvia de golpes e insultos los ánimos se calmaron, dejando a Klaus semiinconsciente—. Entérate Klaus, yo también conozco destinos peores que la muerte. —Hanji habló, ahora calmada, intentando no escupir las palabras que dedicaba al interrogado—. No vas a ver la luz del Sol, no vas a hablar con nadie más hasta que me lo cuentes todo. Yo misma me encargaré de que sigas con vida hasta que nos digas hasta la última palabra que salga de tu asquerosa boca.

Entre golpes y gritos el único sonido que se escuchaba retumbar en la celda era el eco de las palabras que Klaus todavía seguía gritando.

    —¡Todos caerán! Uno a uno, no harán más que traer dolor y desgracia a los suyos. ¡ELLA MORIRÁ!

Sentí un tirón en mi brazo, y en poco tiempo estaba corriendo. Liu me escoltaba, agarrándome por los hombros y haciéndome correr hacia la salida. No paramos hasta que los calabozos quedaron lejos. Salimos de la base y continuamos corriendo hasta llegar a un árbol de frondosas hojas. Apenas se podía ver bien de qué color eran, ya que la noche comenzaba a caer sobre nosotros, pero aún se podía distinguir una delgada y rosada línea en el horizonte.


Me sorprendí con la respiración totalmente alterada. Delante de mi estaba Liu, con gesto preocupado, intentando que me tranquilizase.

    —Tranquila, ya estamos fuera. —Instantáneamente comencé a sentir calor a mi alrededor. Poco a poco mi respiración se normalizó, aunque sentía los ojos arder no conseguía llorar. Me había asustado tanto lo que había visto y oído, que no sabía muy bien cómo reaccionar. No me di cuenta de que el calor que sentía a mi alrededor eran los brazos de Liu rodeándome hasta que empezó a depositar pequeños besos sobre mi pelo, trayéndome de vuelta a la realidad.

La noche había caído por completo y una brisa helada se movía por la llanura como una serpiente en el desierto. Las hojas sobre nuestras cabezas se balanceaban suavemente, no éramos capaces de verlas con nitidez, pero sí que éramos capaces de escuchar el suave frotar de una contra otras, en un murmullo tan tranquilizador como una nana.

Alcé la vista, dirigiendo mi cara hacia Liu, que seguía completamente serio. Sus ojos brillaban con fuerza, nunca llegué a saber si porque quería llorar o por determinación; quizás fuese una mezcla de ambas.

    —Prot, no voy a dejar que te pase nada. ¿De acuerdo? —Asentí, no me sentía con fuerzas ni para hablar. Con una mano acarició mi cara, centrándose en mi mejilla. Tomé valor y hablé.

    —¿Crees que... ¿Crees que esto acabará algún día?

    —¿A qué te refieres?

    —Si algún día podremos confiar en la gente que nos rodea. —Le miré a los ojos, él también se hacía esa misma pregunta. Klaus había resultado ser un traidor, y ahora nadie confiaba en nadie dentro de la base. Dentro del propio ejército las legiones no confiaban entre ellas. Así, ¿cómo íbamos a ser capaces de luchar?

    —No lo sé. Pero, siento algo aquí dentro —dijo llevando mi mano a su pecho—. Que me dice que si continúo, podré ver la luz al final del camino. Creo que somos pocos, y sí, entre nosotros hay tiranteces y poca confianza. Pero también hay soldados valientes y capaces. Si el resto del ejército no confía en nosotros, entonces demostrémosles que nosotros somos su única esperanza. —Me acercó a él, recostándome sobre su pecho—. Saldremos de ésta. Seguro.

Inconscientemente sonreí, quería creer aquellas palabras, así que simplemente le creí. El calor que emanaba de él me reconfortaba, al igual que el suave tono de su voz. Alcé la cara, enfrentando la suya. Habíamos sufrido tanto; nuestra llegada a la base, su desaparición fuera de los muros, su regreso y ahora las amenazas de Klaus.

    —No dejaré que te hagan daño, Liu. —Acerqué mis labios a los suyos en un beso tierno y seguro—. Para matarte, primero tendrán que vencerme. —Sonreí, por mis propias palabras y la fuerza que había resurgido en mi interior, y por la cara de sorpresa de Liu. No se esperaba aquél beso; como tampoco se esperó el siguiente, en el que me abalancé sobre él, colgando mis brazos de su cuello mientras intentaba contener una sonrisa de felicidad. Al menos estábamos juntos.


Shingeky no kyojin. El despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora