Chapter 10.

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Regresamos a la herrería con un enojado Liu. Con el pelo aún revuelto y el uniforme puesto a toda prisa no llegó a enterarse muy bien de por qué el herrero le estaba tomando medidas. Fuimos a desayunar y, tras una escasa comida y un diálogo aún mas escaso, salimos al patio de entrenamiento.

Los ejercicios con cuerdas no parecían demasiado complicados, esta que nos tocó a nosotros poner en práctica lo que habíamos aprendido.

Las cuerdas se clavaban en mis muslos, provocándome un dolor bastante agudo a la vez número cien que la cuerda rozó la piel. Con cada movimiento escuchaba sin problemas el crujir del metal. Ya iban varias veces que me daba de bruces contra el suelo. Necesitaba buscar mi punto de equilibrio, pero cada vez que me acercaba volvía a caer contra el suelo.

Aproximadamente la mitad de la fila había conseguido mantener el equilibrio. Livanni estaba en ello, a veces lo conseguía, a veces comía arena. Vista iba poco a poco, seguía cayendo la mayoría de las veces, pero en alguna ocasión conseguía mantener el equilibrio por unos segundos. Mark y Roger parecían haber nacido con esas cuerdas puestas. No sólo eran capaces de mantenerse en perfecto equilibrio estando quietos, si no que además eran capaces de dar giros y vueltas, volviendo siempre a la posición inicial con éxito.

Me daba mucha envidia, eran capaces de hacer cosas realmente increíbles, y apenas era su primer día. Cada vez que los veía en mi estómago algo se comprimía. ¿Y si no era apta para la legión? ¿Y si me quedaba a medio camino? ¿Qué haría si me mandaban a casa?

Con cada pensamiento la impotencia se apoderaba de mí, haciéndome fallar cada vez más, hasta llegar el punto de nos ser capaz de mantener los cables ordenados para no enredarme con ellos.

Mark no paraba de mirarme, en un principio creí que lo hacía para burlarse de mí, más tarde me di cuenta de que con la mirada corregía mis fallos. Eso me hizo sentir avergonzada y que mis mejillas comenzaran a enrojecerme cada vez que caía al suelo. Con movimientos gráciles y elegantes Mark desabrochó sus cuerdas y caminó hasta mí. Intenté ignorarle, buscando mi punto de equilibrio, hasta que su voz me interrumpió.

    —¿Y por qué no pruebas a agachar más el cuerpo? —Le miré confundida—. Estás imitando la postura que utiliza Shadis para mantener su equilibrio, pero tú eres más baja y ligera que él. Prueba a... —No lo dijo, posó una mano en mi pecho y otra en mi espalda, y comenzó a subir y bajar mi cuerpo viendo la tensión de las cuerdas. Era perfectamente capaz de sentir cuándo las cuerdas estaban en tensión y cuándo debería haber caído al suelo. Llegó un punto en que Mark me soltó, estaba cerca, podía sentir como mi cuerpo inconscientemente se posicionaba y para mi agrado, era capaz de mantenerme sin caerme.

Miré a Mark, con la sonrisa más grande que pude. Gracias a él ahora era capaz de mantenerme, no lo hacía de una forma tan segura como él y Roger, pero no me caía, lo cual era bastante agradable. Él correspondió a mi sonrisa y en seguida comenzó a enseñarme todos los movimientos que él había aprendido experimentado.

Nuestra siguiente clase fue sobre titanes. En esta clase nos juntamos con la fila de Liu que con cara de pocos amigos se sentó con nosotros.

    —¿Qué te pasa?

    —Me tiene hasta los cojones.

    —¿Quién? —Las voces de Mark y Roger sonaron a la vez. Con un pequeño gesto de cabeza Liu dirigió los ojos hacia un grupo de chicas. En total eran una seis, tres de ellas prestaban atención a las explicaciones del instructor, pero las otras tres no dejaban de reír y cuchichear mientras echaban miradas a Liu—. Oh grandísimo cabrón, no te quejes. Tienes a tres bellezas detrás de ti y solo tienes un brazo. Tocas a tres mujeres por brazo.

Shingeky no kyojin. El despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora