Chapter 31.

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No tardamos mucho en bajar del tejado; y aún a pesar de las insistentes advertencias de los otros líderes de grupo para que no nos acercásemos. Los gritos eufóricos e histéricos de Hanji llamándonos, nos aseguraron un pase en primera fila para el renacimiento de Liu.

Entre dos soldados lo sacaron. Y a pesar de mis apurados cálculos con las cuchillas como medida, me quedé corta, ya que al sacarlo, ambas manos y antebrazos le faltaban.

Horrorizada contemplé cómo de sus dos brazos salía vapor blanco mientras poco a poco ambas extremidades se iban recomponiendo. No sólo se forma uno de los brazos, recordemos que Liu era manco; yo lo dejé manco al salvarle la vida. Ambos brazos, los dos brazos para ser exactos y precisos, se regeneraban al unísono. Aquello me hacía suspirar con alivio y al mismo tiempo contener el aliento con suspense. La pérdida de su mano siempre había sido una carga pesada para mí. Por mucho que él se obcecase en decirme que había sido un sacrificio justificado y que, de no ser por mi estaría muerto, yo no lograba convencerme.

Entre respiraciones entrecortadas y vómitos Liu apareció ante nosotros. Ya no vestía el uniforme de las Tropas de Reconocimiento; sus ropas ahora eran de civil. Una camiseta de manga larga, ahora cortada allá donde por error había cortado sus brazos,  de color azul marino y un pantalón de tela marrón.

Aún no había conseguido normalizar su respiración, y apenas se mantenía en pie; pero en una carrera, que en seguida sembró el caos y los gritos entre los líderes desconfiados, Liu nos alcanzó, cayendo en mis brazos mientras con un brazo me agarraba con fuerza a mi y con el otro agarraba las manos de mis compañeros.

Sus piernas temblaron y pronto Liu perdió su apoyo. Estaba demasiado cansado, habían ocurrido demasiadas cosas en apenas unas horas. Desmayado, Liu no llegó a caer al suelo ya que los brazos de todos nosotros lo sujetaban, lo llevamos hasta una pared cercana donde lo recostamos.

    —Bueno —comenzó a comentar Hanji. Se acercaba despreocupada a nosotros mientras metía dentro de su coleta alta un par de mechones rebeldes que le molestaban en la cara—. Liu ha vuelto. —Todos asentimos, prediciendo lo que creíamos que iba a decir a continuación—. Pero, por su seguridad; deberemos tenerle encerrado. Tiene muchas cosas que contarnos.

Unos pasos por detrás estaba Klaus, que escuchaba a Hanji con atención y rictus serio. Paseaba su mirada entre Hanji y Liu, hasta que llegó el momento en que sus ojos azul glacial se fijaron en mi. Aquél hombre no me daba buena espina, todo a su alrededor estaba difuso, sus intenciones estaban ocultas siempre, y a mi modo de verlo él era mezquino; pero me sentía sola y débil al saber que nadie me creía cuando hablaba de la sospecha que tenía sobre él, y que nadie me creería si le dijese que lo que le había pasado a Liu era culpa suya.

Desvié la mirada hacia abajo, donde Liu dormitaba con el ceño fruncido. Aunque yo había roto el contacto con sus ojos, él seguía observándome, y podía sentir sus afiladas pupilas clavadas en mi.

    —Bien, chicos. De momento Liu quedará bajo mi mando. Cuando sepamos qué le ha ocurrido, o al menos sepamos que no es peligroso para nosotros y la Humanidad, podrá reincorporarse al equipo de Klaus con ciertas restricciones. —El otro líder de grupo asintió, y con un movimiento altivo se dio media vuelta para marcharse, no sin antes lanzar una pequeña mirada sobre Liu y sobre mi. Cada vez que le miraba me recorría un escalofrío seguido de una nausea. 

Al fin Klaus se alejó; tardamos un par de horas en poder abandonar la zona, pero cuando al fin conseguimos marcharnos lo primero que hicimos fue acondicionar uno de los calabozos para que Liu pudiese ser atendido y se pudiese recuperar. Ninguno estuvo conforme con dejar a nuestro amigo en un calabozo, pero no tuvimos más remedio que abandonarlo y dejarlo a merced del resto de líderes de grupo y oficiales de la Policía Nacional. Hanji y el capitán Levi estarían con ellos, asegurándose de que todo fuese bien.


Los días pasaban y no nos dejaban bajar a ver a Liu. Y las continuas peleas y trifulcas con los oficiales de la Policía Militar hacían que el ambiente de la base se densificara. Era jueves, habían transcurrido cinco días desde nuestra llegada. Armin y yo teníamos como labor extra, dado el mal carácter de Levi, limpiar toda la cocina, comedor, cocina y almacén incluidos. Teníamos las puertas y ventanas abiertas, en un intento por refrescarnos y que el fuerte olor a lejía saliese del recinto, ya que empezaba a marearnos. Estábamos en el almacén, y el fresco aire nocturno nos despertaba un poco. Las luces del almacén no funcionaban, por lo que tuvimos que buscar un par de velas para que nos guiasen en nuestra tarea. El viento sopló con más de fuerza, colándose en el almacén y apagando de golpe todas las velas.

    —Mierda...

    —Oh... —Sentí como Armin se movía mientras tanteaba a ciegas el suelo, buscando las velas. El sonido de algo cayendo al suelo, probablemente el cubo que utilizábamos para limpiar el suelo, me hizo pegar un pequeño bote.

    —¿Qué fue eso? ¿Armin estás bien?

    —Sí... Creo que he derramado el agua del cubo.

    —Bueno, no pasa nada —Me frené al hablar. Escuchaba pasos afuera. Levanté la mano, buscando a Armin, aquello no era normal. Era de noche, lo suficientemente tarde como para que ningún soldado pudiese estar fuera. Nosotros permanecíamos despiertos por nuestra labor; pero nadie, a parte de nosotros, debería acercarse a la cocina. 

Hanji y Levi permanecían encerrados en el despacho de la comandante, los oficiales estaban con ellos. Los líderes de grupo estaban en sus despachos, comprobando documentos. Nadie tenía nada que hacer en la cocina. Alcancé el brazo de Armin, y le obligué a bajar al suelo de nuevo, quedando a mi lado, agachados por debajo de la ventana, fuera de la vista de la gente que estuviese en el exterior.

    —P... Prot, ¿qué-

    —Sshhh. —Tapé su boca con una de mis manos mientras que con la otra señalaba la ventana.

Los pasos se frenaron, eran dos personas y permanecieron en silencio durante un buen rato. Por fin uno de los dos habló, dejando la sorpresa pintada en nuestros rostros, incapaces de creer lo que estábamos escuchando.


Shingeky no kyojin. El despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora