Chapter 27.

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    —Liu...

Cerré los ojos esperando mi destino final. Se habían llevado a Liu, ¿qué iba a hacer ahora? No me sentía con fuerzas de seguir adelante. A mi mente llegaron todos los recuerdos que habíamos tenido juntos, demostrándome lo mucho que lo quería; lo mucho que me alegraba de tener a alguien como él a mi lado.

De forma fugaz pasó ante mi el día que nos conocimos, cuando para salvarle corté su brazo. Los largos y aburridos días de entrenamiento. Sus malos despertares; así como las malas caras que ponía cuando hablaba con cualquier chico que no fuese él, o en su defecto Mark. También pasó ante mi el momento en el que aquél titan lo había atrapado, y la opresión en el pecho que había sentido entonces; la misma que sentía ahora. Quizás hasta ese momento había estado muy ciega, o muy ocupada. Quizás fuese porque lo veía todos los días y no pensaba que él pudiese desaparecer de mi vida por completo. Pero en esos momento me di cuenta de lo mucho que lo necesitaba; y sí, de lo mucho que lo amaba. Pero ahora se había ido, y ya no podía hacer nada por evitarlo. ¿Por qué no me había dado cuenta antes?

Escuché los sonidos de cables correr y el gas soltarse de los tanques. El agarre sobre mi cuerpo se aflojó y en cuanto me vi liberada caí al suelo. Todo estaba lleno de vapor, ardiente vapor que me quemaba la piel y el alma. Caí de culo sobre la hierba; y así me quedé. Quieta, sin poder moverme; con grandes surcos mojados sobre la suciedad que cubría mi cara.

Se acercaron a mi; Vista tenía los ojos rojos y humedecidos, y al acto cayó al suelo, a mi lado. Mark tenía al igual los ojos mojados y en cuanto los tres nos reunimos, bajo la atenta mirada de los otros tres soldados, yo rompí a llorar. Pero no rompí en un llanto silencioso y triste. Mis lágrimas salieron incontrolables mientras notaba que mis pulmones no eran capaces de soportar el aire que respiraba. Comencé a llorar llena de rabia y desesperación, gritando, como si me hubiese arrancado el corazón. Dos pares de brazos me rodearon, intentando acallar mi llanto y el suyo propio; pero era inútil.  Yo no era capaz de parar, y no quería parar. Quería morirme; y me arrepentía de que me hubiesen salvado.

Permanecimos así por un buen rato, y para nuestra sorpresa ningún titan se acercó. Todo estaba en completo silencio  hasta que llegó el grupo de la retaguardia. Pero nadie se acercó a nosotros, nadie se atrevía.

Yo, particularmente, no recuerdo cómo llegué a la base. No sé si fui por mi propio pie o tuvieron que llevarme. Y tampoco recuerdo la semana siguiente a la pérdida de Liu. No sé si estuve durmiendo o trabajé; tampoco sé si hablé o no. No recuerdo absolutamente nada; lo único que podía ver era a Liu alejándose para no volver nunca. Y realmente no recuerdo nada hasta que el capitán me cruzó la cara, reventándome el labio; no fue hasta ese momento que volví a la realidad.

    —¿Me ha escuchado, soldado? —Levanté la vista del suelo y le miré a los ojos. Aquellos ojos grises y fríos demostraban enfado, pero no me importaba—. He dicho que si me has oído. —Negué con la cabeza, y otra bofetada se cernió sobre mi cara, tirándome al suelo—. No niegues con la cabeza. Te he preguntado y tú respondes: No, señor.

    —No, señor —dije desde el suelo. El capitán se cruzado de brazos me miró desde arriba y no despegó la vista de mi hasta que terminé de levantarme y volví a poner la misma pose de siempre. Me di cuenta de que estábamos todos los soldados formando una fila que miraba al capitán.

    —Quiero verla después en mi despacho, soldado. —Nos miró a todos, con su habitual mueca de desprecio en los labios—. ¡Ahora a trabajar! —Y dicho eso se fue.

Alguien agarró mis manos, Vista me miraba preocupada mientras limpiaba mi labio sangrante con su pañuelo.

    —¿Estás bien?

    —Sí...

    —Vaya, por fin hablas. —Livanni apareció detrás de Vista, con una visible cara de enfado—. Maldito enano de mierda...

    —Menuda hostia que te ha dado. Para ser un enano tiene mucha fuerza. —Mark estaba a mi lado, abrazándome por los hombros—. Supongo que al final el soldado más fuerte de la humanidad es de verdad ese enano.

Me sobé la mandíbula mientras con la lengua repasaba el contorno de la herida que tenía en el labio.

    —Nos tenías preocupados. —Vista me miró a los ojos y me dio un corto pero dulce abrazo.

    —¿Preocupados?

    —Sí, llevas una semana entera sin hablar.

    —Perdón... Yo...

    —No pasa nada, Prot. —Mark mantuvo su abrazo y me miró con una triste media sonrisa en los labios—. Lo entendemos. Pero te hemos echado de menos.

Miré a mi alrededor, no podía evitar sentirme contenta y triste al mismo tiempo. Liu no estaba ahí conmigo; no lo volvería a estar nunca. Pero tenía gente que me quería y se preocupaba por mi. Intenté sonreír, pero una pequeña lagrimita se resbaló hasta mi barbilla.

    —Gracias.

    —No vuelvas a hacerlo y en paz. —Livanni habló algo despreocupada, como si en verdad no le interesase mucho la escena.

    —No la hagas ni caso —dijo Vista—. Ha sido la que más preocupada estaba. —Vista sonrió; si lo decía ella, era cierto. Otra cosa es que Livanni no quisiera admitirlo.

    —Menuda bobada... Me he preocupado lo normal. —Se giró, airada—. Vamos, que nos van a acabar echando la bronca.

Tanto Mark como Vista me sonrieron, cómplices.

Aun que la pena no desaparecía de mi interior, y el recuerdo de Liu aún me hacía daño, comprendí que no podía estar así. Liu jamás hubiese querido verme así. Y si no quería seguir adelante por mi, al menos debía hacerlo por él. Para vengar su muerte y asegurarme de que no moriría, como tantas veces me había pedido él.


Shingeky no kyojin. El despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora