Chapter 36.

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Hacía semanas que los gritos de Klaus se habían desvanecido, y en su lugar se escuchaban los nerviosos murmullos de nuestros compañeros. Justo cuando la confianza más flaquee el destino pondrá en nuestro camino un obstáculo demoledor que nos pondrá a prueba, ya sea para bien o para mal; y nuestro obstáculo ahora era una nueva expedición.

Al margen de la ley, y si consentimiento previo de la Policía Militar o del gobierno, nuestros superiores habían preparado una pequeña incursión en la que pondrían a prueba una de sus teorías. Poco o nada nos habían explicado de lo que realmente haríamos.

Por una parte aquello me dolía y enfadaba. Estaba claro que no querían revelarnos la naturaleza de la incursión porque no confiaban en nosotros. Si uno de los jefes de grupo había resultado ser un traidor, qué aseguraba que no hubiese más gente infiel a los principios y objetivos de la Legión de Reconocimiento. ¿Qué indicaba que no hubiese más traidores a la Humanidad?

Nada, en efecto.

Pero, ¿cómo pretendían dirigir a un ejército en el que no confiaban? Cuanto más lo pensaba más histérica me ponía. ¿Cómo era posible que ni siquiera Hanji confiase en nosotros para decirnos qué era lo que estaba pasando? ¿No se suponía que era nuestra jefa de grupo? ¿No se suponía que éramos amigas?

Constantemente debatía en mi cabeza aquél tema, ensayando respuestas y argumentos, intentando recrear en mi cabeza qué pasaría si hablaba con Hanji y le pedía respuestas. Pasé tanto tiempo en ese estado que apenas me di cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo y lo cerca que estaba el día de la expedición.

Apenas seríamos una docena de personas, en los que estábamos incluidos Liu y yo, además de George, un nuevo jefe de grupo nombrado por Hanji y sacado del ex grupo de Klaus. También nos acompañaría el propio Klaus; pero esta vez como prisionero. El resto de soldados apenas los conocía, y de ellos tan sólo sabía que dos estaba encargados en especial de escoltar a Klaus y mantenerlo a raya.

Había tantas cosas que no entendía de aquella misión. ¿Por qué no venía Hanji? ¿Por qué exponían tanto a Liu? ¿No era suficiente que se lo hubiesen llevado una vez, que querían que lo volviesen a secuestrar? ¿Por qué dejaban ir a Klaus si estaba claro que sabía algo y todavía no había dicho nada?

Con la cabeza en otra parte me monté en mi caballo y esperé la señal del líder de grupo de la operación. Supe que hablaba cuando levantó la mano para atraer nuestra atención y dar la salida, pero ni siquiera le presté atención. Miré a Liu, que con el ceño fruncido observaba las puertas abiertas de la base. A él tampoco le gustaba aquello, y me jugaba el cuello a que pensaba lo mismo que yo. Emprendimos la marcha, sintiendo cómo los caballos no iban tan veloces como de costumbre por el peso de nuestras mochilas.

El Sol brillaba fuerte en lo ato del cielo, dejando que sus rayos cayesen a plomo sobre nosotros. El viento no soplaba, y la única brisa que sentíamos era la que nosotros mismos generábamos al movernos a gran velocidad. Antes de que cayese el Sol llegamos a la puerta de las murallas, la cual atravesamos sin miramientos ni celebración. Nadie salió a despedirnos, ¿cómo podrían haberlo hecho? Nadie había sido informado de aquella salida.

El cielo se tiñó en lo alto de negro mientras que en la línea del horizonte todavía se podía ver el cielo bullir en un rojo brillante y apasionado. Todavía el Sol no se había ocultado completamente cuando el suelo comenzó a temblar. Algo se acercaba a nosotros, pero no era una marcha alocada y arrítmica. Se podían diferenciar pasos, pasos tranquilo y con un ritmo fijo, completamente relajado. Conforme el enorme titán se acercaba a nosotros el suelo se movía con más violencia, pero más por la cercanía que por una subida del ritmo. El líder de grupo levantó el brazo derecho, haciendo una señal que nadie entendió, excepto los dos soldados que escoltaban a Klaus, que comenzaron a decelerar.

Pronto una mano barrió el terreno, llevándose por delante a los cuatros jinetes que iban delante de nosotros. Alguien disparó una bengala y todos aceleramos, haciendo que nuestros caballos galopasen directos a por un área con árboles altos. Quise girar la cabeza y ver qué era lo que estaban haciendo los custodios de Klaus, pero no fui capaz de ver más allá de la marabunta de pelo que caía de uno de los brazos del titán. Era el titan simio el que nos perseguía, y parecía bastante entretenido en intentar capturar a Klaus hasta que algo mejor le llamó la atención. Le vi sonreír y mirarnos, y también vi como unas figuras extrañas volaban por el cielo directos a por la nuca del titan simio; pero éste les esquivó sin apenas esfuerzo y alargó la mano hacia donde estábamos Liu y yo. Ambos huimos, apremiando a nuestros caballos e incluso tirando nuestras mochilas, donde llevábamos los suministros.

A nuestras espaldas pude escuchar una voz conocida, parecía la de Hanji, pero no tuve valor ni tiempo para girarme y comprobarlo. Sentí cómo mi caballo se elevaba, y antes de ser consciente ya había salido propulsada hacia un árbol por acción de mis cuerdas. Había sido algo instintivo, y aunque había fijado mis ganchos en un robusto árbol, el titan simio me dio un manotazo, destrozando las cuerdas de mi equipo de maniobras y lanzándome varios metros en la dirección opuesta a los árboles.

    —¡Prot! —Liu comenzó a gritar como loco, desmontando su caballo y apresurándose a alcanzarme con su equipo antes de que cayese al suelo y el golpe con éste me destrozase. Pude ver cómo, al ver que no iba a alcanzarme, pretendía forzar su transformación, pero no lo consiguió. Algo lo frenó a él, y también me frenó a mi. Aquél asqueroso titan nos había atrapado, apretando lo suficiente para que no pudiésemos movernos e incluso fuese difícil respirar, pero no lo suficiente para matarnos.

En seguida aquello se llenó de titanes normales, manteniendo ocupados al resto de compañeros que intentaba derribar a aquella bestia. Por un momento creí vislumbrar la silueta del Capitán Levi, pero la dificultad al respirar hizo que mi atención se centrara en otra cosa. Entre mis propios quejidos, intentando conseguir más aire, lo único que podía escuchar eran los gritos desesperados de Liu.



Shingeky no kyojin. El despertar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora