Capítulo 09.

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Desperté con el estómago revuelto. Salí de la cama y colocándome mis pantuflas caminé hacia la cocina.
Como todas las mañanas mi padre se encontraba haciendo el desayuno, pero esta vez un olor repugnante llegó a mi nariz.

—Por Dios papá. ¿Qué olor es ese?—Dije tapando mi nariz.

Mi padre frunció el ceño volteando a verme.

—Es tu malteada de fresa Debby. —Respondió confundido.

¿Mi malteada de fresa? No imposible.

—¿Qué le echaste papá? Huele horrible. —Dije volviendo a quejarme.

Mi padre dejó de batir la fruta en la licuadora prestando su atención en mí.

—No le he echado nada que no sea lo acostumbrado cariño. ¿Enserio te sientes bien?—Me preguntó acercándose a mí.

Aún con mi nariz tapada asentí y salí al living sintiendo los pasos de mi padre detrás de mí.

—Debby, es raro que encuentres asqueroso el olor de tu malteada favorita.

Me senté en el sofá respirando con normalidad.

—No lo sé papá, simplemente huele horrible, no lo sé. —Tosí levemente.

El timbre se escuchó e inmediatamente me puse de pie. Esa debe ser la coordinadora.

—Debby, necesitas desayunar algo hija. —Insistió mi padre.

Abrí la puerta y la figura de una mujer apareció en esta. Con una sonrisa en su rostro la dejé pasar.

—Tu debes ser la coordinadora, ¿cierto?

La mujer asintió.

—Mi nombre es Susanne y vengo para hacer de tu boda el mejor día de tu vida.

Susanne tenía el cabello negro y era más o menos calculando, una mujer con edad promedio. Unos treinta años le daba. Pero era una mujer muy elegante y hermosa. Sonreí y la hice pasar a tomar asiento. Pero antes de poder sentarme con ella un mareo atravesó mi cabeza de punta a punta. Mi padre corrió hacia mí ayudándome a sostenerme.

—Debby, cuidado. —Expresó asustado. —Ves, no has comido nada, debes desayunar algo cariño.

—¿Está bien señorita?—Preguntó Susanne.

Asentí rápidamente.

—Si, estoy bien, fue un simple mareo, nada de lo que preocuparse.

—Voy a prepararte algo de desayunar y no aceptaré un no por respuesta. —Dijo mi padre entrando a la cocina.

Suspiré y le sonreí a Susanne prestándole toda mi atención.

—Bien, quiero comenzar con todo desde ya, la boda es en un mes y quiero que todo esté listo.

Susanne asintió con una sonrisa.

—Por supuesto, solo necesito que me indiques como te gustarían las cosas y yo lo haré, también te daré mi opinión.

Me pasé la mayor parte de la mañana con Susanne dandole instrucciones y escuchando su opinión en todo, y estoy segura que con su ayuda, mi boda será perfecta. Cuando Susanne se fue desayuné los hot cakes que mi padre había preparado para mí con un jugo natural de naranja, pues mi batido de fresa se quedó en la licuadora, pues realmente olía horrible.
Sentía mi estómago contraerse y no me sentía del todo bien. Entrando a mi habitación para darme una ducha me vino a la cabeza mis pastillas anticonceptivas y casi me caigo de bruces. ¡La cita con la ginecóloga! Busqué rápidamente mi celular y marqué el número de mi ginecóloga con manos temblorosas.

Ámame Hoy y Siempre #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora