Capítulo 26.

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Después de varios días en el hospital, al fin ya estaba en casa.He estado muy  preocupada por todo lo que el médico nos dijo, pero necesito ser fuerte por mí y por mis hijos, y tener la esperanza de que todo va a salir bien. Justin es otro caso aparte. Ha estado encima de mí todo el tiempo y es tan tierno verlo de un lado para el otro buscando todo lo que el médico dijo que necesitaría. Lo he notado demasiado nervioso y preocupado y no me gusta verlo así. Varias noches en las que todavía estaba en el hospital, se recostaba a mi lado y cuando dormía lo escuchaba hablar en susurros.
Su miedo y desesperación por perder a los niños o a mi lo está atormentando y es algo que me desespera al no poder hacer nada para calmarlo.

Los chicos y las chicas han estado cien por ciento al pendiente de mi. Mi padre por igual y mi madre no deja de llamarme diario para saber como me encuentro. Son unos exagerados todos. Llegamos al departamento y Justin casi mente me cargó para subir las escaleras, pero le dije que no estaba coja y que podía caminar por mis propios medios. Me recosté en la cama con su ayuda y lancé un suspiro de cansancio.

—Tienes que descansar mi amor, estás agotada.—Me susurró con el semblante triste y pálido.

Sonreí a medias y tomé su mano con la mía.

—Estoy agotada del hospital y las agujas pero nada más, me siento muy bien.—Le dije sinceramente.—Justin, no te quiero ver los siguiente siete meses preocupado por mi y por lo que pueda pasar, vamos a estar bien. ¿De acuerdo?

Soltó la respiración y se acercó depositando un beso en mi frente.

—Simplemente no quiero perderlos a ninguno, necesito saber que todo va a estar bajo control porque me siento impotente.

Acaricié su mejilla y el recostó su mejilla en mi mano, sintiendo mi tacto.

—No te lo voy a repetir una vez más. Los niños y yo vamos a estar bien, así que ya deja de preocuparte.

Me sonrió dulcemente y me besó para luego ponerse de pie.

—Voy a prepararte un baño, vuelvo enseguida.—Y caminó hacia el baño.

Miré mi vientre y ya se podía ver lo abultado que estaba. Sonreí llena de felicidad y en silencio le pido a Dios que mis hijos nazcan bien, aunque yo deba perder la batalla en el intento, quiero que ellos vivan y puedan ver la luz del sol. Tomé el celular y llamé a mi madre que me pidió que por favor, cuando llegara a casa la llamara. Y para que no piense que me ha pasado algo y llame perdiendo el control de los nervios, la llamaré ahora mismo.

—Debby, tesoro.

Sonreí.

—Hola mamá. Ya estoy en casa, sana y salva.

Lanzó un suspiro de alivio.

—Me alegra tanto escuchar eso princesa, como me encantaría estar allá contigo, pero el embarazo no me permite hacerlo.

Reí despacio. Mi madre lleva cinco meses de embarazo y por lo que me ha comentado, el vientre está muy grande y hasta le impide caminar con facilidad.

—No te preocupes mamá, desde allá me ayudas más. Tienes que cuidar de tu embarazo para que todo salga bien con mi hermanita, así que no te preocupes por mí, tus nietos y yo vamos a estar bien.

—Admiro tanta valentía de tu parte tesoro, y me alegra que pienses de esa manera, yo también estoy segura que todo va a estar bien.

No sé pero no creí en sus palabras. Suspiré. Todos están verdaderamente preocupados y su preocupación me pone de los nervios, porque quiero ser positiva pero a veces no puedo.

—Voy a darme un baño mamá, llámame cuando quieras.

—Te amo princesa, cuídate mucho.

Ámame Hoy y Siempre #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora