KATE
Sentía mi corazón retumbar fuerte contra mis costillas. Había querido jugar con él y de pronto, me estaba llevándome al límite. Menudo fanfarrón ese James Benworth.
Mis labios escocían, los sentía impacientes, pidiéndome que hiciese algo para aliviarlos.
Pero era una locura.
Lo era, ¿verdad?
Yo no era de Inglaterra, las normas sociales y los comportamientos considerados correctos no me preocupaban, no tenían por qué. Total, era de noche, iba a solas con él andando por la calle y no llevaba doncella.
Pero ¿eso significaba que era libre de besarle?
Jesús, James me miraba con una intensidad abrumadora, mientras sus ojos estaban oscuros y fijos en mi boca.
Había dado un paso hacia delante, si levantaba mi mano podía tocar su vientre.
Y apuesto a que era una parte de él digna de tocar.
Todo en su postura irradiaba seguridad. Estaba seguro de sí mismo, estaba seguro de su siguiente movimiento. ¿Y yo?
¿Qué pasaba si me dejaba besar? ¿Me convertiría eso en su querida? ¿Acabaría con un bebé en el vientre, como Sheena?
Pero lo quería, necesitaba, al menos, un beso de James Benworth, probar sus labios, sentir el mundo y los problemas desaparecer.
—¿Qué estás pensando? —murmuró dejando su aliento en mi piel.
Definitivamente esto iba de mal en peor.
—Si me gustas o no —conseguí susurrar. En su rostro se extendió una sonrisa torcida—. ¿Qué estás pensando tú?
—Intento adivinarlo —dijo sin más.
—¿Adivinar qué? —dije. Hubo un silencio.
—Si quieres besarme —murmuró.
—Quiero —dije sin voz.
Pasó ambas manos por mi espalda, hasta llegar al punto más bajo y tiró de mí, pegando todo mi cuerpo al suyo.
Mis respiraciones eran superficiales, creo que mi corazón dejó de latir, o latía tan rápido que no podía sentirlo, mi cuerpo entero tembló y mis pies dejaron el suelo.
James pasó dos dedos por mi barbilla, la levantó y nuestros ojos se encontraron.
Era de noche, sus pupilas estaban dilatadas, pero aun así, distinguí alguna motita naranja.
Creo que vi el deseo escrito en su rostro transmutar a otra emoción. Era más suave, más gentil. Me relajé un poco al comprender que esa gentileza no me haría daño, todo lo contrario. Estaba a salvo. No estaba en un burdel.
Y entonces, con su ligero agarre persistente, inclinó lentamente su cabeza cada vez más cerca de mí. Su nariz encajó al lado de la mía, apoyó su frente en mí y me dejó sentir el calor que sus labios, a un centímetro de los míos, irradiaban contra mi piel.
Estaba al borde. Si no me besaba ya, lo haría yo sin importar cuán rudo o mal visto fuese ese gesto, pero entonces James suspiró, derrotado, y dijo:
—No voy a besarte. —Fruncí el ceño con mi cabeza luchando para salir a flote.
Tuve que hacer un esfuerzo demasiado vergonzoso para ser capaz de mandarle a mi cuerpo separar mi frente de la suya y encontrar sus ojos.
—¿Qué? —pregunté. Él solo pasó su mano por mi mejilla en una dulce caricia. Sus dedos en mi piel quemaban, mi cuerpo entero reaccionaba a su toque. Solo al suyo. Solo a James. Y era la primera vez que mi mente y mi cuerpo fríos y vacíos de emoción, se abandonaban a alguien de ese modo, pero ahora él no quería eso de mí.
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Un invierno en Marble House [Benworth Series II] Romantic Ediciones
Historical FictionKate huye en busca de una nueva vida, mientras James se siente abrumado por la presión social. Sus caminos se cruzan mientras buscan un nuevo comienzo y juntos descubren que hay veces que el destino ya está escrito. -------------- 1816, Londres, Ing...