DIECIOCHO

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JAMES

—¿Qué estaba haciendo allí? —lLs ojos de Sally se oscurecieron repentinamente.

—Es su vecina —dije—. Vino a conocerla y nos encontramos.

—¿Qué hizo al verte? —murmuró.

—Primero palideció —una sonrisa cínica se extendió en mis labios—, luego fingió ser la joven más encantadora del mundo.

—¿Le dijiste algo a Kate?

—No tuve ocasión. Emma Lambert no se apartó de ella ni un momento.

Dije las palabras con lentitud, saboreando la molestia en ellas.

Probablemente, la intención inicial de Emma fuese conseguir una nueva presa. Pero apuesto mi mano derecha a que sus planes cambiaron cuando me encontró en su biblioteca.

La cosa iba a ir más allá. Estaba inquieto. Después de lo mucho que retorció la relación de mi hermano con Brook, no sabía qué esperar.

Por otro lado, Kate no era nada que se pudiese comparar a ella. No era Brook, no estaba estrictamente ligada a las normas de la sociedad ni le importaban en lo más mínimo. Al contrario.

No había manera posible en la que se dejase enredar por ella.

De todos modos, me sentía con la imperiosa necesidad de correr de vuelta a casa de Pennick y pedirle que jamás volviese a hablarle.

—Invítala a tomar el té aquí —propuso Sal—. Me ganaré su confianza y la mantendré apartada de Emma.

La miré, sentada en el sillón, agarrando los reposabrazos con decisión, con la mirada clavada en la estantería de libros.

—Veré qué puedo hacer —murmuré de pronto nervioso por traerla a casa.

Podía ser que mamá y la granuja sentada conmigo espantaran a Kate.

Me pregunté cómo se lo tomaría Evangeline Benworth; tomar el té con una americana acogida en casa de la gruñona Pennick y camarera de un club.

—No la espantaremos. —Rio Sally de pronto—. De hecho, me siento muy sola sin Brook, me encantaría pasar más tiempo con alguien. —Me miró con un puchero.

—No voy a volver a confiar en ti nunca más si haces o dices algo que me deje en un mal lugar —solté con un suspiro.

—Lo prometo. Solo hablaré cosas buenas de ti. —Sonrió con brillo en los ojos.

Pero eso sonó inmensamente peor.

Aquella noche, al entrar a Cardigan's Place me encontré dirigiéndome directamente hacia la barra donde Kate atendía.

—Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida —decía un tipo inclinado sobre sus codos para quedar a su altura, pues ella parecía más alta gracias al desnivel de la barra.

Frunció el ceño antes de mirarle con cara de póquer e ignorarle por completo.

—Morena —repitió.

Mis puños se cerraron fuertemente al lado de mi cuerpo, apreté los dientes, tan fuerte que pude saborear el metálico gusto a sangre.

Me obligué a respirar, al menos hasta que el tipo añadió:

—Vamos, dime cuál es tu precio.

Kate se giró con odio en sus ojos mientras yo eliminaba el espacio entre nosotros con dos grandes zancadas.

—Lárgate de aquí antes... —comencé, pero ella me cortó.

—Lárgate de aquí antes de que el señor Benworth te rompa todos los dientes de tu sucia boca. —Yo la miré sorprendido un instante. Luego dejé una mano en el hombro de aquel cretino.

Un invierno en Marble House [Benworth Series II] Romantic EdicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora