VEINTE

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JAMES

—Hace días que no viene William a buscarte, hijo. —Estábamos terminando una agradable cena. Parecía que Sally había recuperado su humor después de la visita de Kate.

—Will se fue —dije bebiendo un trago de mi bebida.

Miré a ambas mujeres observarme con sorpresa.

—¿Se ha ido? —El rostro de Sally estaba un tanto apretado ahora.

—A casa, a ver a su padre. —Encogí un hombro—. Creí que lo sabíais.

—¿Está todo bien? —Vi a la mujer ante mí, con su cara perfectamente limpia de imperfecciones y pensé qué bien se mantenía.

—Eso creo, no mencionó nada.

Después de eso, un frío y tenso silencio se extendió en el comedor hasta que Sally carraspeó, miró a mi madre, quien asintió y luego a mí.

—Sally ha tomado una decisión.

Observé a mi hermana intrigado y sorprendido de no saber nada, pues habíamos pasado varios días de confesiones.

—Voy a irme un año a vivir con la tía Lorraine —dijo con una pequeña sonrisa triste—. A Kent.

—¿Por qué? —pregunté torciendo el gesto. Pero supe bien por qué. Aquel cretino que había herido sus sentimientos tenía toda la culpa.

—Sally necesita un cambio de aires, va a estar allí para la temporada de verano y luego regresará. Por más que hemos asistido a bailes y eventos en Londres, ningún hombre distinguido ha mostrado interés en ella. —Mi madre apoyó su mano encima de la de mi hermana, que la miraba un poco molesta por tanto derroche de sinceridad—. Le irá bien pasar un tiempo con el carácter alegre de mi querida hermana.

—¿Cuándo te vas? —pregunté con una sonrisa. Sabía que aquello era lo mejor para ella, pero sabía también que iba a echarla de menos.

—En un par de días. —Agarró mi mano y sonrió un poco más alegre.

—¿No has sabido nada de él? —Antes de marcharme a Cardigan's, me asomé a la biblioteca donde Sally leía una de las novelas románticas de Brook—. Del cretino ese que te ha hecho daño —especifiqué.

Levantó su cabeza, retiró una cortina azabache de cabello liso y me miró parado en la puerta.

—No —dijo sin más—. ¿Vas a ver a Kate? —Su sonrisa brilló.

—Sí. —Rodé mis ojos.

—Ven. —Señaló el sillón a su lado, con el pie descalzo, y cerró el libro sobre su regazo mostrándome toda su atención. Cuando me acomodé delante de ella siguió—: Voy a marcharme y no quiero perderme tus avances con ella. ¿Sabes? —recogió su cabello detrás de su oreja—, podrías enviarme una carta a la semana. —Hizo una mueca como si acabara de proponer una tontería—. Tal vez estés demasiado ocupado —murmuró.

—No sé qué voy a escribirte cada semana, pero lo haré. —Sonreí ante su mirada esperanzada—. Aunque solo escriba una frase.

—¿Cuál es tu plan? —preguntó entonces—. Con Kate.

—No tengo un plan —dije pensando realmente si debía construir uno.

—¿La quieres como esposa? —preguntó de nuevo.

Y yo me sumí en un trance bastante intenso.

¿Querer a Kate como esposa? Sabía que la quería a mi lado, que necesitaba llegar a Cardigan's y verla de inmediato, aunque pocas horas atrás la había acompañado a casa.

Un invierno en Marble House [Benworth Series II] Romantic EdicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora