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JAMES

—¿Kate? —dije delante de la puerta abierta del oscuro ático.

El día anterior, Sheena me había arrastrado hasta su piso. Se mantuvo todo el camino sin decir una palabra. Pasamos oscuras calles, cruzamos aceras y topamos con personas conocidas que se recogían a sus casas.

—¿Y Kate? —le dije.

De pronto caí en lo tarde que era. Había anochecido sin que yo reparase en ello. La urgencia me invadió más que nunca y lo único que me mantenía callado y aparentando paciencia era que la chica que me guiaba parecía que iba a llevarme hasta la persona que yo más necesitaba ver. Pero no. Claro que no.

—¿Dónde estamos? —pregunté mientras observaba el luminoso apartamento en el que acabábamos de entrar.

—En mi casa —dijo ella empujándome dentro y cerrando la puerta, no sin antes mirar cuidadosamente fuera.

Ni siquiera encendió una vela, pero los grandes ventanales del apartamento dejaban entrar la luminosidad de la noche londinense.

Aquel, sin duda era un sitio lujoso. No quise preguntarme cómo, de entre todas las cosas, una camarera de una casa de apuestas podía vivir allí.

—¿Y? —volví a comenzar impaciente por verla.

—Siéntate, James —me cortó Sheena con la mirada fija en mí y sus labios rojos apretados en una mueca que no hizo más que preocuparme.

Ella tomó asiento y hasta que no decidí sentarme en un sillón a su lado, no comenzó a hablar nuevamente.

—Kate no está aquí y esta noche no vas a verla. —Fruncí el ceño de un modo intenso y tragué, dispuesto a replicar—. Pero es mejor así —siguió levantando una mano—, créeme. Está en peligro y pisando terrenos turbulentos en este momento, cuanta menos gente sepa dónde está, mejor.

—No es como si yo fuese ese peligro, Sheena —dije bastante tenso e impotente.

—Lo sé —asintió—. Lo sabemos ambas. —Hizo una pausa, miró sus manos y volvió a mirarme con una mueca—. Tampoco creo que le vaya del todo bien verte.

—¿Por qué? —gruñí.

—Porque no puede cargar con más peso en sus hombros ahora mismo, James. —Me miró profundamente. Negué con la cabeza sin entender a qué venía aquel comentario. ¿Yo era un peso?—. Si vas a por ella, querrás explicaciones, querrás hablar de lo sucedido —dijo—, lo cual entiendo perfectamente. Era exactamente lo que quería yo cuando la encontré esta noche.

—¿La encontraste? —pregunté—. ¿Dónde? —Silencio—. Sheena —demandé moviéndome para quedar más cerca—. Necesito algunas respuestas.

—James. —Estiró sus manos y agarró las mías—. Si he venido a buscarte a pesar de que le prometí a Kate que no lo haría, es porque sé que tu eres su única esperanza.

—¿Dónde está ella? —dije añadiendo presión a nuestro agarre.

—Está a salvo —intervino—, pero necesitamos pensar en un plan para quitarle a Johnson de los talones —asintió decidida—. Está decidido a llevarla de vuelta a América. —Encogió un hombro y me miró—. No creo que quieras eso.

—Lo que creo es que mantenerme alejado de ella es la mayor de las tonterías. —Solté sus manos y me las pasé por el pelo, impaciente, inquieto, irritado—. No puedo protegerla si no sé dónde está ni cómo está.

—Sé que es frustrarte —dijo levantándose de un brinco—. Pero ella necesita ese tiempo a solas. Yo procuraré que nada le pase mientras tú llevas a cabo un plan.

Un invierno en Marble House [Benworth Series II] Romantic EdicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora