JAMES
Juro que jamás había estado tan a gusto.
Y sí, era la primera vez que me tumbaba en una cama con una hermosa mujer para, simplemente, rodearla entre mis brazos y dejarme llevar por su esencia.
Era increíble.
Admito que todo mi cuerpo estaba tenso, que mis brazos se crispaban alrededor de los estrechos hombros de Kate y que sentía dolor en algunos puntos de mi cuerpo.
Cada pocos instantes me recordaba que debía seguir respirando. Pero sin moverme en absoluto. Ni imaginarme que me movía, yo, mis manos por su espalda, su cuerpo. Nada podía moverse. Todo debía mantenerse quieto.
Mis labios se sentían hinchados y hambrientos de ella. Estaba siendo la más dura de las torturas.
—¿Estás bien? —murmuré hundiendo mi rostro en su cabello. No pude evitarlo.
—Sí —dijo mientras asentía y se apretaba más contra mi fina camisola.
Estaba arrepintiéndome ahora de no habérmela quitado, pues podría estar sintiendo su piel contra la mía.
James, detente.
—Bien. —Inspiré una bocanada de aire por la nariz.
—¿Y tú? —Con sus manos apretó mi pecho para retirarse y mirarme.
Sus ojos estaban oscuros, sus mejillas sonrojadas y su pelo alborotado. Era la mujer más hermosa del mundo entero y yo estaba completamente perdido por ella.
—Sí. —Intenté sonreír, pero sus ojos me mantenían atrapado.
—Luces tenso. —Hizo una pequeña mueca antes de incorporarse sobre un codo para tener mejor visión—. Ponte cómodo —ordenó con una pequeña sonrisa.
Algo en mí se puso en movimiento, solté mis manos de ella, con una mueca de malhumor, admito, y me coloqué de lado, viéndola de frente.
Con una sonrisa ahora más ancha se dejó caer a mi lado y suspiró. Luego elevó sus dos manos fuera de las mantas, llevándolas a mi rostro.
—Solo intenta relajarte —susurró acariciando mi mentón con delicadeza. Miré sus gruesos labios—. Cierra los ojos, James —dijo.
—No voy a ser capaz de dormirme si estás tocándome de ese modo —soné un tanto ronco. Cerré los ojos y escuché cómo sonreía. Fruncí el ceño—. Y no quiero dormir sin tocarte —añadí.
Pude sentir cómo rodaba los ojos. Entonces movió una pierna por la cama y la dejó al lado de la mía, en un pequeño pero reconfortante toque.
—Ahí está —dijo ella—. Tienes mis manos en ti y tu pierna en la mía. Puedes relajarte ahora.
Y antes de asentir, hice resbalar mi brazo por la cama hasta encontrar su apretado vientre. Dejé allí mi mano haciendo el mismo tipo de contacto ligero. No me pasó desapercibido el hecho de que mi acción dificultase su respiración.
—Mejor ahora —murmuré.
Las manos de Kate comenzaron su recorrido por mis pómulos, mis sienes, frente, nariz, cejas y cabello.
Tocaba cada parte de mí con abandono, era suave y delicada y para nada sus caricias estaban destinadas a encenderme, y aunque mi deseo por ella nunca se apagó, podía sentir la tranquilidad y el bienestar que me proporcionaba aquella joven con cada nueva pasada.
Sé que sus manos se enredaron en mi cabello y comenzó a masajear la zona en círculos y pequeños tirones. Y también sabía que cada vez estaba más lejos de la realidad.
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Un invierno en Marble House [Benworth Series II] Romantic Ediciones
Historical FictionKate huye en busca de una nueva vida, mientras James se siente abrumado por la presión social. Sus caminos se cruzan mientras buscan un nuevo comienzo y juntos descubren que hay veces que el destino ya está escrito. -------------- 1816, Londres, Ing...