Capítulo VI

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No podía respirar.

No me sentía bien. El aire desaparecía.

Noté un fuerte dolor. Una aguja. ¿Qué me habían hecho? ¿Era el doctor? ¿Para qué eso?

Tosí. Notaba una presión en el pecho, yo estaba luchando por respirar, y seguía inmóvil.

Lo que sentía era claustrofobia. Miedo. Iba a morirme. ¿Tan pronto? Ansiedad. Era parecido a estar sumergido en el agua.

Era un dolor asfixiante.

Se me durmieron las extremidades. Y me sentí perdida.

—...no puedo morirme ya.

Sólo podía pensar.

—Necesito...

—Necesito que alguien...

Pero nunca llegué a pedir ayuda. Nunca. Y me salvaron igualmente.

Ey... tranquila. Estoy aquí.

No te preocupes.

¿Escucha mi voz, vale?

¿Quién era? Centré mi atención para escuchar.

Ahora estás conmigo. A salvo.

A salvo. ¿A salvo de qué?

Debes despertar.

¿Me oyes?

Lo intento, yo lo intento.

No debes preocuparte.

Solo debes centrarte. Confiar en ti.

Busca tu fuerza.

Y cuando la encuentres, respira.

Era imposible.

Búscala.

No. Imposible. Ya no podía soportar no poder respirar.

Y hazlo.

No...

Hazlo.

Ahora.

Esas letras me quemaron. La cabeza me ardió, noté un fuerte dolor, un intenso dolor. Fue demasiado.

Pero paso algo.

Algo extraño.

Una salida se abrió en mi interior. Cuando vi la oportunidad de poder respirar, cogí todo el oxígeno que pude hasta quejarme de dolor.

Entonces, de la misma inercia, abrí los ojos. Y un fogonazo de luz me dejó aturdida. Me erguí y me tapé los ojos con las manos.

Agh. Qué suavidad. Sin duda era una forma de resucitar muy agradable.

Muy bien...

Tranquila, yo estoy contigo.

Y la voz se quebró.

—Bueno, bueno.

Esa ya no era tan dulce. No era la misma. ¿Dónde estaba ella?

Me costaba centrar la vista en algo. Veía borroso.

—Al fin te has despertado.

Paradise [No corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora