Capítulo 12: El principio

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Y sin saber cuánto tiempo estuve soñando, en un momento dado, todo comenzó a volver a la realidad.

Lentamente me desperté encontrándome tumbada en la cama sin apenas saber si de verdad había logrado dormir.

¿Contaba el hecho de desmayarme como intento de dormir?

Sí, ¿no?

Pero en fin. Cuando estaba en estado de presueño no podía evitar pensar en todo.

Con cuidado me estiré.

Me moví, dándome la vuelta hacia la habitación. Estaba muy bien. Me sentía en paz conmigo misma.

Y creo que fue cosa de ella y de su mística voz que yo pudiera estar tranquila por fin. Aunque en ciertos momentos me daba bastante miedo ser capaz de oírla.

Bostecé y entreabrí los ojos. Y me pareció estar en la mañana del día siguiente. Me pareció. Nada era ya a ciencia cierta.

Pensé en que ya era hora de dejar de dormir tanto y comenzar a vivir.

Me moví preparada para incorporarme al mundo, y entonces vi algo moverse.

¿Una figura negra?

Una persona estaba delante del escritorio.

No vi bien qué hacía, pero se estaba moviendo. Eso lo vi clarísimo.

Y pensando en que quizás era esa vieja mujer otra vez, me froté los ojos y me erguí.

—Oh… —y al oír esa voz me calmé. —Buenos días.

Suspiré y le sonreí. Por lo menos no era nadie con intenciones de hacerme daño.

—Hola. —dije aun dormida.

—No he querido despertarte. —se disculpó. —Como ayer te vi tan cansada…

Sí. Estábamos ya en el día siguiente.

Nuestra conversación se detuvo ahí y cuando me vio observarle me explicó porqué estaba en mi habitación.

—Richard me dijo que leer libros te iría bien. —dijo levantando un par de ellos.

No le dije que la lectura me aburría, pero quizás hubiera sido necesario.

Los dejó sobre la mesa, al lado del mío.

—Y me dieron esto en la lavandería. —añadió después. Era más ropa.

Cuando abrió el armario vi que estaba todo lleno. ¿Eso lo había puesto él?

Asentí despacio y le di las gracias. Fue muy amable por su parte.

—¡Por cierto! —dijo de golpe. —Richard quiere verte.

—¿Qué? ¿Ahora?

—… bueno, sí. —afirma mirando el reloj. —Pero ve a almorzar primero. Ya irás luego a su despacho.

Me acomodé y me puse al borde de la cama. Intentaba no marearme.

Suspiré con tranquilidad y al levantarme avancé hacia donde estaba él. Y como yo no sabía dónde ir el chico volvió a hacerme de guía.

No subimos ni bajamos ninguna escalera, solo seguimos hacia esas cristaleras del final del pasillo.

—Esta es la cafetería. —expresó cuando llegamos.

Muy bien. Miré la habitación de izquierda a derecha y de arriba abajo. Estaba limpio y sutilmente decorado.

Era amplio y estaba casi vacío. Como a mí me gustaba.

Paradise [No corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora