El suero que me puso la enfermera pareció hacer efecto y con el paso de las horas conseguí volver a tener el control de mi cuerpo. Aunque en todo ese tiempo también llegaron a visitarme tres médicos diferentes.
Eran todos muy agradables, pero me repetían constantemente las mismas preguntas. Poco después comprendí que querían averiguar todo lo posible antes de sacar conclusiones, pero yo no podía responder más allá. No recordaba nada.
Me levanté de la cama luego de que me visitara el último, y apartando la cortina me quedé en silencio observando el movimiento de la ciudad.
Por fin habían dejado de dolerme los músculos, me notaba más fuerte que antes. Tenía la cabeza centrada e incluso pensaba y razonaba correctamente.
Había progresado, eso era bueno.
Y poco después llegó alguien que supo hablarme con algo más que palabras.
—Buenas tardes, pequeña. —dijo entrando en mi habitación con tranquilidad un hombre ya conocido.
—Hola. —respondí con una extraña alegría. No parecía tan malo ahora que no llevaba agujas ni nada para atacarme. Y en realidad, solo por un segundo, le vi como alguien en quien confiar.
Pero en fin. Todo estaba aún por verse.
—Me han dicho que no recuerdas nada. —explicó entonces. Me limité a asentir. —Aunque hace unos días tampoco recordabas nada.
Y me di cuenta de algo.
— ¿”Hace unos días”? —repetí.
—Sí. —murmuró. —Las drogas que había absorbido tu cuerpo se mezclaron con el tranquilizante y provocaron en ti una especie de coma.
— ¿Drogas?
—Eso parece. —dijo. —Llevas así casi una semana, hoy es jueves.
Casi una semana, repitió mi mente. Apenas me di cuenta de lo rápido que pasaron los días cuando estuve en ese trance debatiendo sobre mi existencia.
Juraría que había sido cosa de segundos.
Y sin darme cuenta fruncí el ceño.
No sabía si era por no recordar nada, pero esa situación me hacía sentir vulnerable a todo. El mundo me rodeaba y me odiaba, y yo solo quería huir.
Huir sin saber por qué.
—Pronto podrás irte, pero no saben cuándo exactamente. —me explicó. —Físicamente estás bien, a pesar de heridas leves en manos y piernas. Lo único es el tratamiento psicológico que te aplicaremos en nuestro centro.
— ¿Centro? ¿Otro hospital? —pregunté con miedo a obtener respuesta. No es que tuviera miedo, pero no quería ir muy lejos en ese estado.
Nunca me iría si me dieran opción.
—Pues,... más o menos. Cuando lleguemos te lo explicaré mejor, de momento descansa. Supongo que mañana por la mañana podremos irnos.
Genial.
— ¿Y qué haré allí?
—Pues estudiaremos más a fondo tus problemas de memoria.
—Oh…
Repito, genial.
Si recordaba correctamente lo que vi cuando todo esto comenzó, ese sitio no parecía ser un lugar muy adecuado para mí.
—Vaya. —dijo sorprendido.
— ¿Te trajeron flores?
—Eso parece. —murmuré cruzándome de brazos y dejándome caer de espaldas a la pared. Las rosas alegraban la habitación, a pesar de que ya comenzasen a secarse.
— ¿Sabes quién fue?
—Pues en realidad no. —negué. —No recuerdo nada, ni a nadie que quisiera visitarme o regalarme eso.
Él levantó el regalo y leyó la nota varias veces. Ambos sabíamos lo mismo, que eso era para mí y que el autor de tal regalo era un desconocido. Un desconocido llamado A.
—¿”Un detalle por las molestias”? —preguntó. — ¿Qué molestias? No lo entiendo.
—Ya… es muy extraño.
—Hm, bueno. —dijo dejándolo nuevamente en su sitio. —Al menos sabemos que alguien te conoce. No estás sola.
No, no estoy sola. O al menos eso parece.
—Pero yo no me acuerdo de esa persona.
—No debes preocuparte. Eso será lo que intentaremos tratar.
Luego de eso hablamos un rato hasta que vinieron las enfermeras y obligaron al doctor a que saliera fuera. Por alguna razón no le dejaron intervenir, aunque él tampoco se interpuso mucho.
En cuanto a mí, tampoco me hicieron nada importante. Solo perdí el conocimiento segundos después de ver cómo me sacaban sangre.
Lo normalito. Decían algo de hacerme un escáner, o algo así. Y... más cosas. Pero dejé de preocuparme porque apenas pasaron unos segundos y caí de golpe al mundo de los sueños.
[...]
— ¿Qué sabemos de ella?
—No sabemos nada, solo que apareció sola en una calle transitada de la ciudad. No padecía problemas físicos graves, solo pequeñas lesiones. —explicó una voz femenina.
— ¿Y cómo llegó a esta fase de amnesia?
—No hay nada que indique que fuera provocada por golpes o contusiones.—respondió entonces un tercer sujeto.
— ¿Y por las drogas? —cuestionó el doctor.
—Su cuerpo estuvo en contacto con sustancias de varios tipos, algunas más peligrosas que otras, pero no hay rastro de ellas en el cerebro. No fue producida por las drogas.
—Hay algo que no encaja en todo esto. —murmuró él.
—Cierto. —afirmaron. —Además, su resonancia cerebral es diferente a las de pacientes con las mismas características. Es como si su memoria hubiera sido arrancada y como si otras partes del cerebro hubieran sufrido esa pérdida.
— ¿Qué le ocurrió a esta chica?
—Es algo que se escapa de la realidad, doctor. —dijeron. —Pudo ser cualquier cosa.
—Sea como sea, es un callejón sin salida.
[...]
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Paradise [No corregido]
Science Fiction{No está corregido} Sólo un pensamiento azota mi mente: estoy en peligro. No sé cómo me llamo, ni por qué desperté encerrada en este lugar. Todos se preocupan por mí, pero algo en mi interior me dice que no debo confiar en nadie. Aunque el extraño r...