Capítulo IX

1.4K 87 0
                                    

—Siento mucho lo que acaba de pasar.

Se disculpó.

—Esto no suele suceder, disculpa a mi compañero.

El segundo hombre entró y escuché como cerró la puerta. Él era claramente más educado. Y no me había llamado zorra.

—No importa.

Dije yo, cansada.

Mi voz sonaba muy extraña. El médico suspiró.

—En fin.

—A lo que íbamos. Pequeña, necesito que te concentres, ¿vale?

Asentí.

Cerebro, por favor, no me decepciones ahora.

—¿Qué es lo último que recuerdas?

Era... Madre mía. Una ciudad.

Vehículos por todos lados. Música muy alta. Gente… Jóvenes. Un fuerte estruendo. Y gritos.

Y las sirenas de una ambulancia.

—Ruido.

Dije, resumiendo.

—¿Qué clase de ruido?

—...gritos. Lo que normalmente se escucha en una ciudad.

—¿Sabrías decirme de qué ciudad hablas?

—No.

—¿Recuerdas el nombre de alguna ciudad?

—No...

—¿Y tampoco sabes dónde estuviste por última vez?

Cerré los ojos. Me estaba mareando.

—No.

Me forcé para contestar. Joder. Volvía a sentirme mal.

—¿Estabas con alguien?

Por favor, calle. Forzarme a recordar cosas me estaba matando.

Yo... Creo que... Sí. Pero no recordaba quién. No sabría ponerle rostro.

—¿Estabas con alguien?

Repitió. Abrí la boca para contestar. Y de repente otra vez dejé de respirar.

No podía ser cierto.

—¿Estás bien?

Me puse la mano en el pecho. Esta vez era más fuerte. El oxígeno se fue de golpe. No. No podía. No respiraba.

—Hey...

El hombre se levantó y se me puso al lado. El guardia que estaba a mis espaldas también se acercó.

—¿Qué le pasa?

—No sabría decirle.

—¿Pero qué le ha dado?

—Un estimulante.

—¿Y eso le ha sentado bien?

—Pues obviamente no.

—... joder.

—Posiblemente ella había tomado algo, quizás alguna droga muy fuerte. Se le han debido mezclar las sustancias.

¿Qué? ¿Qué estimulante? ¿Qué sustancias?

Madre mía, señor doctor. Mi cerebro iba a explotar por sobredosis de vete tu a saber qué.

¿Qué cojones me había metido en la sangre ese hombre?

—No respira.

—Tenemos que ayudarla.

—¡Josh!

Abrieron la puerta. Poco a poco todo fue haciéndose negro.

—Tenemos que llevarla al hospital, llama a una ambulancia. ¡Es urgente!

—¡¿Qué habéis hecho?!

—¡Haz lo que te digo! Es urgente, se está muriendo.

Paradise [No corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora