Tenía frío, inevitablemente sentí miedo. La presión era difícil de soportar, mi cabeza sabía que no tenía opciones. Todos los días en un manicomio se reducían a una última oportunidad.
Podía perder el juego y lo sabía. Cada vez escuchaba los gritos más cerca. Eran personajes ruidosos a pesar de ser expertos.
Mantuve la respiración hasta el último segundo, y cuando vi las luces alumbrar el pasillo oscuro supe que era el momento de avanzar hasta poder tocar la muerte con los dedos.
Ellos no se esperaban verme, y sin razón ni control comenzaron a disparar. No se dieron cuenta de que interrumpían el paso a los demás, y las 9 balas que debían fallar, efectivamente fallaron. Tenía la ventana a menos de un metro cuando di un salto lo suficientemente largo y fuerte para lograr romper los cristales. Noté cómo me arañaban la piel, me hicieron perder el equilibrio, tuve que cubrirme con los brazos. Lancé la aguja un poco tarde. El disparo no fue perfecto.
La bala me dio el brazo.
Apenas me fijé, pero el corte fue suficiente. Me dormiría en cualquier momento.
Había perdido.
Me dejé caer y me preparé para tocar el suelo. No me hice daño. Con rapidez me levanté para adentrarme en el bosque, cada segundo sin moverme era un segundo perdido. Los agentes se quedaron mirando desde el tercer piso. En esos momentos se dieron cuenta de lo que yo vi mi primer día con superpoderes, había nacido para huir y escapar.
Pero los efectos secundarios me estaban matando.
Las heridas eran leves, pero el aire las hacía fuertes, dolorosas. Cada paso que daba debía ser más rápido que el anterior, porque segundos después escuché cómo intentaban perseguirme inútilmente todos los hombres de Thomson.
Me notaba cansada y el camino se hacía imposible, y con el corazón en un puño y el miedo dejado de lado, sin saber cómo, comencé a ir más rápido.
El bosque se hacía pequeño y la zona roja comenzaba a verse.
Recordé el camino que el mismo Gabriel me había enseñado. Quise creer que ellos no sabrían por dónde entrar, pero no tendrían miedo de derrumbar las paredes.
Me desvié para encontrar la entrada oculta. Estaba todo en silencio y no me inspiraba confianza. Desde fuera no parecía que hubiera nadie vigilando.
Irónicamente la zona más peligrosa de Firstwood era la más segura en esos momentos. El lugar donde todo comenzó también sería el final.
De momento dejé de escuchar voces que quisieran encontrarme y me tranquilicé cuando crucé la verja. Aparecí de nuevo delante de ese campo desierto, donde no había signos de vida de ningún tipo, y sin estar muy convencida de entrar o no dentro del hangar, terminé por hacerlo.
La magia de la situación me hizo ver que el almacén estaba completamente vacío. Podían verse todas las paredes grises y agrietadas porque esas cajas gigantes que transformaban el espacio en un laberinto habían desaparecido. Las luces ya estaban encendidas cuando entré, y respirando polvo y miedo, vi un cuerpo enmedio de la gran habitación.
Me acerqué temerosa sin saber si preguntar en voz alta cualquier tontería que rompiera el silencio, pero preferí mantenerme callada. Quise cubrirme las espaldas.
Una vez cerca del hombre que yacía en el suelo, aparentemente muerto, vi que era nuestro querido Kalas. No pregunté, por miedo obviamente, quién podía derribar a un ruso de dos metros y 100 kilos.
Esa situación no me resultaba normal porque él era del FBI, y los del FBI eran los que me estaban buscando por toda la residencia. ¿Por qué él estaba allí? ¿Y quién iba a atacarle?
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Paradise [No corregido]
Khoa học viễn tưởng{No está corregido} Sólo un pensamiento azota mi mente: estoy en peligro. No sé cómo me llamo, ni por qué desperté encerrada en este lugar. Todos se preocupan por mí, pero algo en mi interior me dice que no debo confiar en nadie. Aunque el extraño r...