Capítulo 2: Flores y pájaros

1.6K 78 9
                                    

Me desperté como si hubiera dormido durante mil años. Un olor suave me tranquilizó y sin querer los nervios comenzaron a apoderarse de mí. Creo que estaba a punto de ver el cielo por primera vez y en cambio yo solo me fijé en un detalle. ¿Flores? Entreabrí los ojos con cuidado y vi a las mejores rosas esperarme para brillar.

Por un momento llegué a sentirme inmortal, despreocupada. Aunque curiosamente me sentía incómoda, como si la cama fuera demasiado dura.

La luz que atravesaba las cortinas plateadas era tenue, pero suficiente como para provocarme un intenso dolor de cabeza cuando intenté despertarme.

El dolor era demasiado real.

Pero como yo no podía juzgar la vida más allá de la muerte intenté relajarme, respiré pausadamente sin preocuparme de tener sueño. El olor a rosas me acompañaba para hacer de esos momentos tan aburridos algo más ameno.

Y entonces escuché un pájaro cantar.

Fue extraño, pero casi por un momento una imagen perforó mis pensamientos. Rosas y pájaros.

Por alguna razón lo encontré nostálgico. Tuve una sensación demasiado complicada como para explicarla con palabras, pero puede asemejarse a la hipotética situación de no recordar algo que te sabes de memoria.

Y en cierto modo sentí un vacío arduo. Extraño.

Lentamente volví a abrir los ojos.

La luz ya no me atacaba y lentamente fui viendo todo lo que entonces me rodeaba. En el techo alto y blanco brillaban con cierta simetría unas luces alargadas, estaba encerrada en una habitación cuadrada toda pintada de ese color tan pálido.

Y justo enfrente de mí estaba la ventana abierta con la cortina plateada hondeando al viento. Veía la silueta del pájaro recostada en la rama de un árbol.

A mi derecha había máquinas que desprendían luz y ruidos aleatorios, algo que no entendía para qué servía, pero cuando deslicé la mirada hacia la izquierda vi esas rosas rojas cubriendo toda la mesa de noche.

Alguien las había puesto para mí, y era curioso que supiera que esas eran mis flores favoritas. Creo.

Después vi a un lado del jarrón una especie de regalo envuelto en papel negro.

—Creo que es para ti.

Y luego de escuchar nítidamente esa voz miré al frente, arriba, a los lados. Pero no había nadie, estaba sola. Esperé en silencio.

¿Hola?

— ¿Sabes qué es?

Me quedé helada al escucharla de nuevo. Comencé a asustarme y me cercioré de que la puerta gris que había al fondo estuviera cerrada. Estaba completamente sola, de verdad.

Era mi cabeza.

—Yo creo que te gustará.

Pero al centrarme en su voz supe que ya la había escuchado antes. Era ella.

—Recupérate, princesa.

La sentía como si fuera un recuerdo y a la vez como si me estuviera hablando al oído. No tenía sentido que pudiera escucharla, pero en cambio ahí estaba.

—No hagas más tonterías mientras no esté.

Y de repente noté una suave caricia en mi mano.

—Hazlo por mí, ¿vale?

El tacto fue real, su calor humano traspasó mi piel. Si eso era un recuerdo era demasiado bueno.

Un escalofrío me recorrió de arriba abajo y retiré la mano para observarla detenidamente. Estaba algo herida, era pequeña y delgada, pero aún era capaz de detectar cuándo alguien me tocaba y cuando no.

Y en esos momentos juré que había sido real.

—Recuerda que esto es lo que querías.

Las palabras se quebraron y el silencio provocó que mi mente comenzara a recordar unos ojos celestes. Su mirada era extraña, distante, pero atrayente.

Parecía estar preocupada. ¿Eran esos sus ojos?

Conocía su voz y al parecer también su mirada, pero más allá de eso solo existía el vacío. ¿Estaba en el cielo o había revivido en la Tierra?

Y lo que pasó después me hizo descubrir el peor de los engaños.

— ¡Hola! Buenos días. —clamó una enfermera abriendo la puerta de lado a lado.

De golpe mi sueño en colores desapareció. Desperté del trance y de la ignorancia como si un puñetazo me hubiera devuelto a la vida.

Sí. Seguía en pie.

Aún no había muerto. No fueron capaces de derrotarme.

— ¿Estás despierta? ¿Cómo te encuentras? —preguntó con toda la calma posible, quitándome las agujas que tenía en el brazo y desactivando las máquinas de mi derecha.

Forcé mi cuerpo a responder, pero solo conseguí que me doliera el pecho terriblemente. La tranquilidad desapareció cuando el dolor de todo mi cuerpo comenzó a notarse.

— ¿Has tenido visita? —dijo después, acercándose a la mesa. —Te han traído flores. Y esto.

Apartó unos pétalos y lo levantó para enseñármelo, yo entonces me di cuenta de que me era imposible levantarme. Solté un gruñido y me limité a observar el papel negro, el regalo era rectangular y no muy grueso. Nada llamaba la atención salvo por una nota que la propia mujer leyó.

—“Un detalle por las molestias”. —dijo. —Y lo firma alguien llamado A.

No sé quién vino a verme, no recuerdo nada, pero al menos soy algo lista todavía para darme cuenta de que no puede haber alguien llamado solo con la letra A.

Aunque al menos parecía importarle a alguien, era buena señal. ¿No?

El problema era que efectivamente no estaba muerta, y eso suponía convertirme en una persona fuerte para emprender el viaje que me estaba esperando.

Entonces eso significaba que todos aquellos pequeños recuerdos de los dos ayudantes y el médico que casi me mata eran reales. Y fueron ellos literalmente los que casi me asesinan.

Suspiré y me acomodé lo mejor que pude. Mi cuerpo respondía con lentitud.

Quizás todo tenía un sentido y seguía respirando porque no era mi hora para morir. Si nos basamos en la filosofía oriental, uno no muere hasta haber cumplido su fin en la vida, llamado también destino.

Pero si yo tenía que cumplirlo para morir en paz, era un problema grave no ser capaz de recordar nada. Lo único que parecía existir era la voz, sus ojos y una extraña nota con la letra A.

¿Era ella el punto de inicio para llegar a cumplir con mi destino?

Paradise [No corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora