Capítulo 14: No hay amigos

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Caminaba despacio mientras miraba los papeles. Los dos exámenes eran preguntas más o menos personales, y pues yo tendría que añadir una cuarta o quinta respuesta llamada "no lo recuerdo".

Solo con ver que había más de 20 preguntas en cada papel los aparté inmediatamente. Comencé a leer los otros que en teoría no tenían que darte dolor de cabeza.

Solo eran papeles de autorización para permitir al centro que pudiera drogarme.

Waw. Me gusta.

Leí por encima que algunos fármacos estaban aún en fase de prueba y no sé cuántas cosas más. Ya no eran ni medicamentos. Eran fármacos.

Y algunos obligatorios.

Comenzaba a darme miedo todo eso.

¡Skyler!

Alguien gritó justo cuando aparecí en la recepción.

Me quedé quieta, asustada, y de repente una aura muy tensa comenzó a invadirme.

Miré todo lo que mi vista fue capaz de abarcar y por alguna razón las actitudes de la gente me parecieron falsas.

Como si estuvieran improvisando.

Pero mil ojos me estaban observando.

Skyler... Vigila.

La voz de ella me advertía.

Continué, cautelosa, intentando cruzar en linea recta la habitación, como si estuviera caminado sobre una cuerda floja.

El que peor me miraba era Josh, cruzado de brazos contra la pared al lado de la señora recepcionista.

Estaba también esa señora, tejiendo, rodeada de pacientes y guardias. Todos me miraban.

Incluso Antoine me miraba.

¿Por qué todo así de raro? ¿Por qué todo conmigo?

Agaché la cabeza para evitar encontrarme con nadie, y sin querer, mis ojos fueron a parar al exterior que podía verse através de la puerta de cristal.

Había un coche de policía en la entrada.

Justo cuando me vieron se largaron.

Vete.

Me dijo.

Y yo obedecí.

Me largué lo más rápido que pude hasta llegar a mi habitación y aislarme. Abrí y entré, cerrando tras de mí.

Caí al suelo, pegada a la puerta. Me puse las manos a la cabeza. Y pensé.

Parecía ser una broma. Pero no lo era.

Suspiré.

No te preocupes.

—Quién eres... —murmuré. Eso ya me agotaba.

Hay problemas.

—No. Dime quién eres.

Pero sus palabras no llegaron como me lo esperaba.

Soy quien tú quieras.

Mis latidos comenzaron a acelerarse. Cuando ella me provocaba mi cuerpo respondía mal.

Me mareé.

—¿Cómo puedes ser quien yo quiera?

La responsable era su voz. Ella me hacía sentir mal.

Soy la que te va a sacar de esto, princesa.

No parecía tener malas intenciones cuando me hablaba.

Paradise [No corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora