Capítulo 41: Superpoderes

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—¿Entonces tienes superpoderes? —inquirió Gabriel entusiasmado.

—Eh… no sé si llamarlo “súper”… —musité yo.

Hacía horas ya de la conversación que tuve con Richard. En esos momentos estaba dejando que fluyera ese pesado día y quise relajarme como los demás. Luego de ir a comer, pasear y descansar fue cuando decidí ir a ver al pequeño, que estaba en el patio exterior debajo de un árbol.

—¿Pero son superpoderes o no? —preguntó de nuevo. Por alguna razón le gustaba que alguien tan débil y poca cosa como yo tuviera superpoderes.

—¿Tú qué crees? —le pregunté entonces, al no poder encontrar la respuesta que él esperaba a escuchar.

Ladeó la cabeza mirando al cielo y se quedó pensando.

—Yo creo que sí. —dijo.

Y comprendiendo su ilusión, asentí. —Pues sí, efectivamente Skyler tiene superpoderes.

Y la felicidad que le provocaron esas palabras me hicieron entender que era el sueño de cualquier niño conocer a los superhéroes. Por eso le di la razón, aunque la verdad es que a mí también me hacía ilusión.

Aunque luego me cayó encima el peso de la realidad, que lejos de ser algo fantástico era cruel y terrorífico.

Prácticamente todo el origen de mi vida seguía siendo un enigma; luego estaban los problemas que en esos momentos sufría porque alguien me quería muerta, y el que finalmente más miedo me provocaba era el por qué me quemaron la memoria.

La forma en que según Richard decía que me habían inducido la amnesia era con una operación muy seria, complicada y peligrosa, apta solo para médicos altamente cualificados.

Yo deduje por mis propios medios que quizás la persona que quería matarme era ese médico, porque a lo mejor descubrió que estoy comenzando a recordar cosas… y no le sentó bien.

Tendría su lógica y además habría un sentido, porque si mi pasado era muy importante tenían que borrarme del mapa para evitar que lo que yo sabía salieran a la luz. Y eso era igual a matarme.

Lo que no entendía era por qué no me mataron cuando me estaban quemando la cabeza, si lo huberian hecho ahora ya no tendrían tantos problemas. Se tomaron las molestias de sólo dejarme sin memoria. Y nada más que eso.

Pero en fin… sea lo que sea estamos jodidos.

—¿Te duele la cabeza? —me preguntó al verme con la mano tocándome la frente inconscientemente.

—Oh… no, no. —dije rápido retirándola. Apenas me di cuenta de que hice eso. —Sólo estaba pensando.

—¿Pensando en algo malo? —inquirió entonces, como si me hubiera leído la mente.

Suspiré y asentí. —Sí… en algo malo.

El detalle de que un médico perturbado me había atacado el cerebro con un láser lo pasé por alto, porque entonces me di cuenta de que quizás debería habérselo contado.

—¿Muy malo? —dijo con la clara intención de que comenzara a hablar.

—Bueno… —murmuré. —Puede decirse que sí.

—¿Qué es?

—Que alguien me quemó la memoria.

—Ah.

—¿Bonito, verdad?

—Sí, sí.

Por un momento la conversación se detuvo ahí, y al ver que no me seguía hablando le miré y le vi pensando. Entonces frunció el ceño y ladeó la cabeza para verme, algo le había extrañado.

Paradise [No corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora