Capítulo 1: El Inicio

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Ay, la playa: el sol calentando tu cuerpo, la brisa del océano, el olor a mar, la arena blandita bajo tu rasposa toalla y esos gritos de mujeres eufóricas. ¿Por qué están gritando como locas? ¿Qué les pasa? Miro en su dirección y me quito las gafas de sol. Entrecierro los ojos sin llegar a creerme qué es lo que estoy viendo. ¡¿Qué coño hace Kobe Bryant en esta playa?! Miro a mi alrededor sin llegar a comprender del todo la situación. ¡Es Bryant! ¡El Dios del baloncesto! ¡Mi Dios! Y viene con sus animadoras al ritmo de la música. Frunzo el ceño confuso. ¿Música? ¿De dónde sale la música?

Abro los ojos somnoliento. Solo es la alarma. Maldita alarma. ¿Por qué está sonando? Estiro el brazo pesadamente para golpear el despertador y hacer que ese sonido estridente deje de sonar. Vuelvo a esconderme bajo las sábanas y a cerrar los ojos. Estoy de vacaciones, no pasa nada porque duerma un poco más.


-¡Noah, levántate!- grita mi madre desde el piso inferior.


¿Por qué tengo que levantarme? Es verano. ¿Tengo algo que hacer hoy? Primero de todo, ¿qué día es hoy? ¿Domingo? Quizás hemos quedado para hacer algo en familia o... ¿he quedado con Joaquín? Me muevo remolón sin ganas de salir de la cama. Siento que he dormido pocas horas. Escucho a mi madre subir las escaleras, ¡qué pesada! Solo quiero dormir y volver a aquella playa junto Bryant y sus animadoras. La susodicha entra a mi habitación abriendo mis persianas y la ventana haciendo que entre toda la luz de fuera. Escondo mi cabeza bajo las sábanas para evitar el contacto directo con la inesperada claridad.


-Noah, arriba, es lunes.

-¿Y?

-¿Cómo que "¿Y?" ? Hoy empiezas las clases.


¡¿Ya empiezan hoy?! Que poco duran las vacaciones. Salgo de mi escondite y veo cómo mi madre sale de mi habitación con una sonrisa triunfante. Observo a mi alrededor y veo el uniforme de mi colegio apoyado en la silla, la mochila a un lado de ésta y mi archivador sobre el escritorio. Mi verano ha finalizado. Volver a la rutina, las clases, soportar a mis compañeros y tener que verle la cara a los jodidos populares. Suspiro irritado. No quiero.


-Ya voy, mamá.


Me levanto a regañadientes y me encierro en el baño. Mi reflejo en el espejo me devuelve la mirada. Estoy hecho un asco. Acciono el grifo de la ducha y dejo que el agua corra mientras me desnudo. Cuando comienza a salir abundante vapor, me meto bajo el cálido chorro y termino lo más pronto posible. Después, me visto con el dichoso uniforme y bajo las escaleras para ir a la cocina donde me estará esperando una humeante taza de té junto alguna bollería chocolateada. Mis padres están poniéndose sus abrigos cuando llego hasta ellos. Ruedo los ojos. Eso significa que tengo que coger el bus. Odio el transporte público.


-Mamá y yo nos vamos.- dice mi padre.- Que tengas un buen primer día.

-Nos vemos a la hora de la cena.


Finalizo con mi desayuno rápidamente para evitar coger el autobús a hora punta. Me dirijo a la parada lo más pronto posible y, ¡qué sorpresa!, marca que faltan 16 minutos para que llegue. Estúpido bus. Sin embargo, ir andando no es una opción. Vivo a las afueras de la ciudad y si quiero moverme sin transporte tendría que haberme levantado antes. Insisto, debería de haberme quedado con Kobe en la playa. Me siento en el banco protegido de la parada y abro mi mochila para sacar un cómic de su interior. Mato los minutos leyendo y sé cuándo el bus está llegando porque las personas que están esperando conmigo se levantan ansiosas para ser de los primeros en subirse. La batalla por un asiento de todos los días. La espera de más de un cuarto de hora ha hecho que el bus se llene más pronto de lo que había planeado. Visualizo sitios al fondo y para llegar debo de pasar entre una buena multitud de gente. A veces agradezco ser pequeño.

El Skate de Kobe BryantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora