Capítulo 4: Larga o corta mañana

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Me siento en mi pupitre asignado el día anterior, Joaquín esquiva mi mala mirada y, en cambio, recibo una sonrisa de suficiencia por parte de Popular Uno. Suspiro. Empezando bien el día y con inglés a primera. No es una optativa, por tanto, está mi clase al completo. Sí, incluyendo al Trío Popular. La clase se desarrolla con una pequeña presentación y empezando el temario en el mítico "Unit Started" donde se explica el ya más que sabido Present Simple y Present Continuos.


-Después del verbo to be tiene que ir el verbo acabado en -ing...


Todos los años lo mismo. Lo peor es que habrá gente que todavía no se lo sepa. Así es la educación. Un gran bostezo irrumpe la explicación y el susodicho se gana una mirada reprobatoria del profesor.


-¿Se aburre en mi clase, señor Gil?


¿Gil? ¿Quién coño es Gil? Sigo la mirada de todos los alumnos y del profesor para encontrarme con un Ian-Muérete muy orgulloso por lo que ha hecho. Siempre llamando la atención. Siempre molestando. ¿No podía empezar el día faltando a clase? Nos haría un favor a todos.


-No se ofenda, no me aburro solo en su clase. Me aburren todas.

-No tiene que contarme toda su vida, pero si lo hace hágalo en inglés.

-I'm sorry, teacher, but I'm really bored.

-Pues contrólese, lo único que quiero es que no me moleste ni me interrumpa.


El resto de la mañana pasa sin ningún problema gracias a que la jirafa parece haberse tomado la advertencia del profesor de inglés como una advertencia de todos los profesores. No ha dicho nada más en ninguna otra clase y se ha dedicado a juguetear con el móvil o a dormir. Sin embargo, esta falsa calma llega a su fin con la hora de comer.

Mi instituto es el típico colegio de profesores viejos, uniformes feos y comida vomitiva. El comedor es amplio con numerosas mesas alargadas donde cada uno ocupa su respectivo lugar. Nadie se junta con personas opuestas. Cuando Joaco y yo llegamos al lugar mencionado nuestros oídos reciben gritos y risas a niveles muy altos.


-Voy a coger sitio.- digo señalando una mesa vacía.- Tú te encargas de la comida.

-¿Crees que puedo yo solo con todo?

-¿Crees que puedo yo?- digo haciendo que me mire de arriba a abajo.- Además, me lo debes por no venir a la cancha hoy.


Ignoro las quejas de mi mejor amigo y me dirijo decidido a la mesa que ya había visualizado para hacerme con ella antes de que alguien más lo haga. Saco el móvil del bolsillo del uniforme y bajo el panel de notificaciones. No es de extrañar que no tenga nada en dicho panel. Mi vida siempre tan intensa.


-Buenas, pequeña Noah.


Quizás no debería de quejarme tanto porque está de vuelta, mi peor pesadilla: Popular Uno. Voy a ignorarle y a rezar para que Joaquín llegue pronto. Continúo mirando el móvil como si realmente fuera súper interesante e, incluso, me atrevo a abrir alguna que otra aplicación para disimular.


-¿Qué pasa, enano? ¿Tan guapo soy que te da vergüenza hablarme?

-Me da vergüenza que me vean contigo.

-Pero si la zanahoria tiene agallas.- dice divertido uno de sus lacayos.

-Largaos.- dice mi mejor amigo que acaba de sentarse en nuestra mesa.


Un fuerte alivio se extiende por mi sistema gracias a la presencia de Joaco. Me agarro a él como si fuera un salvavidas, pero no de forma literal.


-Lo siento, pero no hay más sitios libres. Nos quedamos.- desafía Ian-Muérete.

-Haced lo que queráis, nosotros nos vamos.- digo levantándome de la mesa.


Cojo una de las bandejas de comida, esta vez sí que ayudo a mi mejor amigo, y espero a que éste se levante también. Cuando me dispongo a irme, mi brazo libre es atrapado y me giro para enfrentarme al que se haya atrevido.


-¿Qué?

-Recuerda lo que te he dicho.- responde Popular Uno.


Tiro de mi brazo bruscamente para liberarme y chasqueo la lengua. No podían dejarme tranquilo un mísero día, claro que no, y solo acaba de empezar el nuevo curso. Sigo mi camino con Joaco hacia el patio. Una vez allí, nos sentamos bajo un árbol para comer. Todavía se puede sentir los agradables rayos de sol de verano, pero pronto Septiembre dará paso al otoño.


-¿Qué quería decir Ian con eso?

-Nada, ya te había contado, como no fui ayer quiere que me quede hoy a la salida.

-¿Lo vas a hacer?

-Supongo.

-No sé si me gusta la idea.

-Joaquín, estamos hablando de los populares, me dejarán en ridículo pero nunca han hecho más que eso.


Mi mejor amigo me mira preocupado, pero prefiero hacer como que no lo he notado. A veces parece que sufre más él que yo. Comienzo a comer lo que sea que nos hayan servido y Joaquín me imita igual de asqueado. Nos reímos uno del otro ante nuestras expresiones. Comemos en silencio y dormitamos un rato antes de que finalice la hora de comer. Sienta bien el aire cálido de verano y la leve brisa que avecina el final de éste. La campana suena y me quejo. Dos clases más y tendré que encontrarme con la jirafa. Joaquín es el primero de los dos en ponerse en pie y me ayuda a levantarme tirando de mí. Entramos de nuevo a la cafetería donde todo el mundo está empezando a marcharse para dirigirse a su respectiva clase, dejamos las bandejas en su lugar y nos dirigimos a nuestra clase.

La clase de Física y Química con nuestro tutor Esteban es más entretenida de lo que había creído que sería. Creo que es de los pocos educadores que lo hagan bien. En medio de clase alguien me lanza algo a la cabeza y veo caer una bolita de papel al suelo después de chocar contra mí. Busco con la mirada a mi mejor amigo, pero éste está a lo suyo. Si no ha sido él, ¿quién ha sido? Decido no buscar al culpable hasta que recibo otro golpe. Viene de mi izquierda. Miro en esa dirección y me encuentro con Popular Uno sonriendo. Miro a mi alrededor, ¿me sonríe a mí? ¿Desde cuándo? Vuelvo a dirigir mi mirada sobre él. Vale, no, no me sonríe, se está riendo de mí. Como respuesta levanto el dedo del medio de mi mano izquierda mientras le sonrío falsamente. Vuelvo mi atención al profesor para continuar tomando apuntes, pero Ian-Muérete no puede estarse quieto y me bombardea de nuevo. Le envío una mala mirada, pero me doy cuenta de que tiene mi cómic entre sus manos. Parece estar intacto. Desvío la mirada; aunque le vigilo durante el resto de la clase, no vaya a ser que decida que las hojas de mi libro son buenas para escribir la clase de Física de hoy.

La última hora llega quizás demasiado tarde o pronto o no sé. TIC es de esas optativas, la única, en la que me libro de la jirafa, pero no sólo eso, también de Popular Dos. Quiero que suene la última campana del día porque significará que otro día en este maldito instituto habrá acabado y puedo ir a jugar al baloncesto aunque también implique enfrentarme a Ian-Muérete. Sin embargo, si la campana no suena, tendré una clase de TIC eterna. Todo esto es culpa de la estúpida jirafa.


El Skate de Kobe BryantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora