Aunque siempre hay una primera vez para todo, pensar que llego tarde por culpa del grandullón jefe y de la estúpida jirafa, no me parece que sea una buena primera vez para llegar tarde. Quizás algún día tenga una vida tranquila y sin altercados. Quizás. Lo veo tan poco probable que no me puedo engañar ni a mí mismo. Golpeo con mis nudillos levemente la puerta de mi aula y espero hasta que escucho un "adelante" que proviene del interior de la clase. Abro la puerta y todas las miradas de mis compañeros se dirigen hacia mí persona, pero la única que me intimida es la de mi profesora de Biología. Famosa en el instituto por su actitud severa y sus exámenes rebuscados.
-Señor García, usted llegando tarde.- dice con un tono de sorpresa.- ¿A qué se debe tal acontecimiento?
De nuevo, todos esperan una respuesta de mi parte. ¿Qué le digo? Solo se me ocurren excusas baratas como que me quedé dormido en el recreo o que no escuché el timbre. También cabe la posibilidad de decir la verdad. Profesora, casi me meten una paliza, pero no se preocupe, estoy sano y a salvo. Igual que mis padres no saben mi situación en el instituto, tampoco los profesores. No me gusta. Al final solo parecen empeorar las cosas cuando algún tipo de autoridad se mete de por medio.
-Es mi culpa, señora.- escucho decir a mi espalda.
Giro mi cabeza levemente para encontrarme con el cuerpo de Ian-Muérete. Éste mira con seriedad hacia nuestra profesora ignorando por completo mi presencia. ¿Por qué me ayuda de nuevo? No somos amigos y, mucho menos, soy una princesa en apuros. No se ha tomado muy en serio los gritos que le dediqué hace menos de dos minutos. Qué raro resulta que ignore todo lo que le digo, qué raro que haga comentarios irónicos.
-Esa explicación no es suficiente, señores.
-Me estaba ayudando a terminar un comentario de texto para Filosofía.- se inventa la jirafa.- Estábamos en la biblioteca y no escuchamos el timbre.
Tiene una imaginación curiosa, pero eso no se lo cree ni su abuela. Él en la biblioteca, los dos haciendo algo juntos. La mirada que nos dedica la profesora indica perfectamente que no se lo acaba de creer del todo. Muy buena, genio. Para excusas malas ya teníamos la mía.
-¿Eso es cierto, señor García?
-Sí.- miento.
-No confío en su palabra, señor Gil, pero sí en la de su compañero. Pueden sentarse.
Doy un paso hacia adelante y mi sitio habitual está ocupado por alguien más. Supuestamente deberíamos de sentarnos por orden alfabético, pero mis compañeros se pasan esa idea por el forro cuando no tenemos clase de Física y Química. Visualizo un sitio al fondo de la clase muy apartado de todo y de todos. Recojo mi mochila del que era mi sitio y me traslado al nuevo. Por un instante, creí que la clase podría transcurrir en calma, pero Popular Uno ha decidido por su cuenta que puede sentarse a mi lado y juntar nuestras mesas. Ruedo los ojos, pero enfatizo en mi intención de ignorarle. Sin embargo, estamos hablando de la estúpida jirafa y nada de lo que quiero resulta posible con él. Disimuladamente, deja un pequeño trozo de papel entre nuestras mesas. Levanto la vista y con un gesto me indica que lo coja. Suspiro y obedezco.
<< Discúlpate >>
Garabateo de mala gana un escueto "no" y vuelvo a deslizar el papel entre nuestras mesas unidas. Intento centrarme en la clase, pero de nuevo ese trozo de papel arrugado se encuentra cerca de mí. Por alguna estúpida razón, probablemente contagio de estupidez, lo cojo y leo.
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El Skate de Kobe Bryant
RomanceEstá Noah con su 1'62, una corta melena pelirroja y sus ojos verdes. Tiene un solo amigo: Joaquín y un secreto: el baloncesto. El clásico chico bajito, inteligente y empollón que es el objeto de todas las burlas, pero éste con su malhumor no se deja...