El agua caliente relaja mi cuerpo apaciguando mis nervios, pero mi mente continúa demasiado activa. No entiendo qué está pasando, todavía no he querido procesar todo lo ocurrido esta mañana. Primero, la jirafa está en mi casa, de hecho, está en mi habitación, esperando. Esperando por mí.
Después, creí que el momento de la azotea había pasado a la historia, pero ha estado muy presente. Su mano se ha entrelazado con la mía, me ha hecho suaves cosquillas y ha jugueteado con mi pelo de una forma distinta a lo usual. Gruño de frustración. No entiendo nada. No sé qué pasa conmigo, no sé qué pasa con él. Me ha besado y parece que sus labios se han tatuado en mi piel. Todavía los noto.
Con un poco de gel, enjabono mi cuerpo con fuerza para hacer desaparecer toda sensación de Ian, pero no es suficiente. Mi mente continua unida a él. ¿Por qué me hace todo esto? ¿Debo pensar que le gusto? No, no puede ser eso. Solo se está metiendo conmigo, pero ¿es capaz de llegar tan lejos solo para hacerme rabiar? También cabe la posibilidad de que sea gay. Arrugo la nariz. No. Ian no es gay. Estamos hablando de Popular Uno, joder. La homosexualidad no va incluida en el paquete.
Por otro lado, no sólo se trata de él, también se trata de mí. No me aparto ante su avance, no rechazo su toque y, muy a mi pesar y sobretodo inconsciente de mí, parece que quiero su cercanía. ¿El gay soy yo? No, a mí me gustan las mujeres. Su piel suave, sus labios carnosos, sus pechos y su culo. Sobretodo su culo. La jirafa tiene buen culo. ¡No! ¡No lo tiene! No me gustan los hombres. ¿Dejaría que un hombre me tocara? Frunzo el ceño. No, claro que no. Entonces, ¿por qué a Ian sí? Ian es... ¿diferente? ¿Por qué? Y si me gustan las mujeres, pero la jirafa es diferente, ¿debo imaginarme a Popular Uno con tetas? Arrugo la nariz asqueado. No, no, no, no, imagen desagradable. Se me han quitado las ganas de seguir viviendo. Y la ducha ha pasado de un momento de relajación a un momento demasiado agobiante.
Apago el grifo y salgo de la ducha mojando la alfombrilla a mis pies. Me envuelvo en una toalla y me siento sobre el váter demasiado absorto en mis pensamientos. No comprendo nada. Chasqueo la lengua molesto. Darle demasiadas vueltas al mismo tema hace que me enfade. Me seco con fiereza y, una vez seco, me doy cuenta de que no he traído ropa limpia conmigo. Gruño aún más molesto. No voy a ponerme la ropa sucia, pero tampoco voy a enfrentarme al mayor de mis problemas con tan solo una toalla. Miro a mi al rededor en busca de una solución hasta que me encuentro con mi viejo albornoz. Entrecierro los ojos sopesando la idea. Un albornoz me cubre casi todo el cuerpo y no me sentiré tan desprotegido que con tan solo una toalla a mi cintura. Tampoco corro el riesgo de que se me caiga.
Me pongo la prenda y me miro durante unos segundos al espejo. Ésta me llega por encima de la rodilla, ¿cuándo fue la última vez que lo usé? No recuerdo que me quedara tan justo. Algo positivo del día, he crecido. No obstante, sigo siendo un enano así que solo significa que anteriormente era aún más enano. También, deja un poco al descubierto mi pecho, pero nada que no pueda sobrellevar. Cojo aire. Inspiro por la nariz y expiro por la boca. Relájate, mantén una cara neutral, no caigas en sus burlas. Entras a la habitación, coges la ropa y vuelves. No es nada complicado.
Abro la puerta del baño con una última inspiración y entro en silencio a mi habitación. Compruebo que Ian continua dónde le había dejado, pero noto sus ojos clavándose en mí. Decido ignorar esa extraña sensación que provoca su oscura mirada. Le doy la espalda al abrir las puertas de mi armario en busca de ropa limpia.
-Me olvidé la ropa.- explico.
-Solo quieres provocarme.
Me giro inconscientemente para echarle una mala mirada y, debido a esto, me encuentro de lleno con su sonrisa traviesa. Una parte importante del plan era no mirarle, pero ya la he incumplido. Me estoy volviendo tan estúpido como la jirafa. Esto es malo. Devuelvo mi atención a mi cometido, pero su risa rompe el silencio.
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El Skate de Kobe Bryant
RomanceEstá Noah con su 1'62, una corta melena pelirroja y sus ojos verdes. Tiene un solo amigo: Joaquín y un secreto: el baloncesto. El clásico chico bajito, inteligente y empollón que es el objeto de todas las burlas, pero éste con su malhumor no se deja...